24 de septiembre 2022

¿Escribió Averroes un tratado acerca de la felicidad del alma?

por Betzabeth Guzmán Soto

Sobre  Averroes, Acerca de la felicidad del alma. De animae beatitudine. Traducción de Bruno Biagini, María Isabel Flisfisch y Miguel Carmona, DobleAEditores, Santiago, 2022. 

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Dedicado a mi padre

1. Averroes, el averroísmo y la discusión aristotélica a la que contribuye esta traducción

Este texto o tratado denominado “Acerca de la felicidad del alma” bien puede ser entendido como un recuento de algunas nociones cruciales de la filosofía noética de Averroes, quien las desarrolla leyendo a Aristóteles, y cuya ideación final de sus razonamientos filosóficos lo conducen, en este texto, mediante su esfuerzo de demostración del intelecto material, a entender la felicidad como fin o problema último de dicho intelecto, y que es representado como el ascenso contemplativo y el hacerse uno con el intelecto abstracto o agente.  Sin embargo, y tal como observan los traductores Bruno y Miguel en su Introducción, hay en este breve tratado terminología ajena, intervenciones foráneas a la filosofía de Averroes provenientes de segundas manos del latín y del hebreo que introducen su propia visión del problema, y que pienso o me gusta pensar, que ha sido en su afán de aclarar la discusión central no siempre tan fácil.

Con una historia casi mítica de idas y vueltas del texto original, este libro que es inicialmente dos cartas de Averroes y una de su hijo Abdallah y cuyo original en árabe se ha perdido; con sus particulares adiciones y eliminaciones a las supuestas cartas me recordó a la ficción del Violín Rojo, la película de Francois Girard de 1998, del instrumento que aparece y reaparece en la historia siempre con alguna polémica en su espalda.

El texto es también un símil al pensamiento de Averroes y la lectura que hace gente como G. Agamben y E. Coccia de éste como una hebra paralela a la historia tradicional de la filosofía, del canon europeo, que brota o retorna cada vez que se piensa en esa comprensión de la vida mental intelectiva del humano y la afirmación de que hay una capacidad intelectual de la que participamos pero que no nos pertenece. Y aquí es incluso aún más interesante el legado de este filósofo del siglo XII, porque se puede llegar a ser averroísta sin siquiera reconocer a la figura de Averroes. En otras palabras, aquí me estoy refiriendo a la tesis central o a la idea averroísta que afirma que el denominado intelecto material, paciente, pasivo o potencia pasiva del intelecto está separado y es común a todos los seres humanos, y que disuade así la idea de una mente con intelecto personalizado. Esta idea, que se pierde, y que se retoma, y que, desde Averroes, ha acompañado la filosofía en el medioevo en más de una acalorada polémica, en algunos momentos de la Modernidad[1] y en la comprensión de problemas filosóficos contemporáneos biopolíticos es un camino no oficial y construido desde los márgenes, pero que siempre está ahí inquietando[2], y que está entonces también representada en la historia de este libro, que aparece en algún momento del siglo XIII, se disuade en adiciones y traducciones hasta la edición de los hermanos Giunta en 1552. En consecuencia, sea o no, un texto menor, quizás un tratado intervenido, una producción amorfa, esta disertación con su título artificial De animae beatitudine, es una contribución a la comprensión de Averroes y la historia de la deriva averroísta en el problema del intelecto material y su debate sobre si esta capacidad está separada o no del alma, si es eterno o corrompible como facultad, si es generado o ingenerado en el alma humana.

Pero también, con la difusión de esta traducción ganamos en la visibilización de lo que representa el averroísmo, esta línea a la que me refería y que cada tanto se insinúa bajo incluso la inquietud sobre qué tanto podemos poseer el pensar. Hay que considerar que nuestra capacidad de pensamiento, que parece una metáfora de las infinitas posibilidades, no es en ningún caso una autoría y una posesión constante en la vida humana. Más bien, estamos en busca del pensamiento.

Pero la historia del debate sobre si poseemos o no la capacidad del pensar, como muchos sabemos, comienza mucho antes de Averroes haciendo filosofía mediante sus comentarios en la filosofía misma de Aristóteles. Personalmente, creo que los pasajes del libro III del De anima no nos llevan a solucionar, entre otras, las interrogantes: ¿Es separable el intelecto material o pasivo del alma humana? ¿Es eterno y no corruptible? ¿Cuál es la naturaleza de este intelecto receptor y cuáles son sus similitudes con las potencias receptoras de los sentidos? ¿Cuál es su relación con el intelecto agente? Son las afirmaciones, escuetas y contradictorias del De Anima de Aristóteles, donde parece comenzar la historia y que, tal como afirma este libro, el debate surge porque “no está bien explicado”[3] el problema. El capítulo II entonces, es una buena reconstrucción de esta apasionante contrariedad sobre la permanencia y relación con el alma humana del intelecto que es pura recepción de las formas que pasarán a ser conocidas.

Como he intentado demostrar, al traducir este tratado tenemos un buen aporte para la comprensión de este debate o hemos ganado insumos para la discusión aristotélica y árabe con respecto a la naturaleza del intelecto material y la relación del intelecto abstracto (agente en terminología clásica aristotélica) con el material, que permite el paso del intelecto en potencia al intelecto en acto y con ello el paso del conocimiento potencial a los conocimientos en acto de los objetos. Pero, además, se nos presenta, tanto por la disertación del texto como por las notas de los traductores, la consideración en el léxico filosófico a los conceptos de posibilidad y potencia y las importantes diferencias entre términos que no son sinónimos, menos aún en la discusión sobre la naturaleza del intelecto material. Me pareció un problema filosófico apasionante en la deriva conceptual y personalmente, un elemento que destaco aquí es que al considerar este intelecto material o paciente desde Averroes yo lo refería normalmente como “una potencia pasiva” del intelecto. Estoy entrando a dudar, ya que, al ser representado el intelecto material con la imagen del diáfano, parece ser más cercano a la posibilidad de todo que a la potencia de todo. Y pienso acá con posibilidad la idea de una preparación esencial o disposición para conocer las cosas que no es más que posibilidad …

2. La deriva averroísta y el aporte de este texto a la enseñanza de la filosofía en su trabajo contemplativo

Ahora que destaqué algunos aspectos sobre los aportes teóricos del libro y que creo que son razones para invitarles a la lectura de este, me gustaría comentarles brevemente por qué el texto podría ser un aporte a la enseñanza de la filosofía.

Primeramente, más que Averroes este libro representa al averroísmo como línea filosófica, y demuestra que la deriva de un problema con sus diversos debates sí es pertinente, aun cuando la oficialidad y el marco de los discursos tradicionales acota y restringe “las ideas fundamentales” a unas cuantas visiones o propuestas de cómo deberían interpretarse filosóficamente ciertos temas, y aún cuando nos hacen pensar  en la actualidad, y con respecto a la historia de la filosofía, que prácticamente el único gran heredero de Aristóteles es Tomás de Aquino y las lecturas tomistas sobre el intelecto material como una facultad en cada persona. Pero que Aristóteles se haya leído de una determinada manera no implica que debe ser leído únicamente de cierto modo. Porque la filosofía no es un garante de verdades, sino ante todo un ejercicio de cuestionar la verdad, o eso es lo que todos aquí en nuestro rol docente muchas veces queremos transmitirles a nuestros estudiantes, invitándoles a que se formulen preguntas y reflexionen por sí mismos. Y por supuesto que hay un Aristóteles, un Platón, un Hegel, un Kant, a veces una Arendt; pero ante todo la filosofía no es el canon de los autores, sino que es la reconsideración constante de las ideas (ideas que se actualizan para decirlo averroístamente) y con ello también la deconstrucción de este canon. Porque ¿qué es la filosofía sino este carácter crítico del razonamiento y este debatir y cuestionar lo enunciado y lo considerado como la norma desde la normalidad?

En segundo lugar, este texto no nos dice por supuesto la fórmula de la felicidad: no se dejen engañar por el título de fantasía a pesar de que vivemos en el mundo de las estéticas New Age, los libros de autoayuda y la caracterización de la adolescencia a partir del fenómeno de internet y la cultura de la inmediatez. ¿Pero entonces cómo nos contribuye sobre el tema de la felicidad? A mi modo de ver este aspecto, lo que nos deja el tratado podría ayudarnos en la enseñanza filosófica sobre el problema de la felicidad porque nos brinda algunas ideas que podríamos continuar trabajando a partir de los conceptos de unión con el intelecto abstracto, ascenso, elevación y conjunción. Desde aquí tenemos algunos lineamientos para discutir la idea de que la felicidad no es simplemente algo subjetivo, o no es al menos la mera idea de “un contenido” que depende de cada uno de nosotros y los objetos materiales o formas de vida con los que decidamos vincularnos. La felicidad no es solamente lo que nosotros deseamos que sea personalmente para cada uno de nosotros.

Hay algo bonito, quizás un tanto romantizable, en pensar que desde la filosofía todavía podemos pensar el problema de la felicidad y la felicidad ética, más allá de las propuestas o lugares comunes de que “cada uno construye su felicidad” y que hoy por hoy nos damos cuenta de que no es tan simple. Por eso, estamos discutiendo la posibilidad de la plurinacionalidad y de la igualdad mediante derechos sociales. En fin, en conjunto con Averroes y también con la última parte, que constituye una adaptación del tratado del Libro del Ser de Al Farabi, la idea del sujeto que llega del pensar al conocimiento y del conocimiento a la perfección de la vida mediante la elevación o la escalada a cuestiones más esenciales que lo meramente dado por los sentidos, puede contribuirnos en la enseñanza de este viejo problema sobre cómo vivir bien y llegar a la felicidad. Y a pesar de lo vetusto, es una idea hoy por hoy considerada, debido al mundo social en pugna por cada uno construyendo individualmente su felicidad basada en el dinero y sin detenerse a reflexionar realmente sobre la esencia de esta. Hemos vuelto al tema de la felicidad debido al egoísmo social fomentado por sistemas neoliberales, basados en el consumismo y en la adoración a la imagen aparente por sobre el contenido y las formas más profundas de comprensión de la realidad.  Y quizás también desde este Acerca de la felicidad del alma, algo podemos reflexionar sobre qué es realmente la felicidad humana.


[1]                  Tenemos por ejemplo la querella de J. G. Herder a Immanuel Kant a quien denomina “averroísta” por su comprensión de la filosofía de la historia. 

[2]                  No olvidar el texto de Jean-Baptiste Brenet “Averroes el inquietante” del 2015.

[3]                  Pág. 61.

Licenciada y magíster en Filosofía por la Universidad de Chile. Ha ejercido como profesora de filosofía en educación media y en el Programa de Bachillerato de la Universidad de Chile. Recientemente ha colaborado en la escritura de un capítulo del libro "Averroes Intempestivo".

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