Fotografías de Martín Bonnefoy (@mbonnef)

06 de julio 2021

La noche de la Historia con mayúscula y la impugnación del olvido: Entrevista a Desclasificación Popular

por Constanza Tizzoni Salas

El  8 de octubre del año 2020 me reuní virtualmente con Javiera Campos* y Luciano Sáez**, investigadores del colectivo «Desclasificación Popular» [1] para conversar sobre represión policial y archivo, especialmente a partir de «Cartografías de la represión”, proyecto a través del cual recopilaron y sistematizaron antecedentes sobre violaciones a los Derechos Humanos, con el fin de referenciar espacialmente las diversas formas de represión ejercidas sobre personas y colectivos en el contexto de la revuelta social en Chile.

En esta entrevista hablamos de la utilidad de identificar flujos de represión en relación a los territorios; sobre las racionalidades que están a la base del actuar policial y sobre cómo se encuentran estrechamente ligadas con la creatividad de lxs actores, es decir, la agencia del ‘paco’ singular en la represión de un otro, que opera en coherencia con el objetivo fundamental de las policías, no “a pesar de este”, como la prensa nos quiere intentar convencer cuando se habla de “hechos aislados”;  y hablamos también de “policiamiento” como concepto clave para comprender aquellas acciones de carácter policial, más allá de la institucionalidad, como ocurre con la represión producida por grupos fascistas.  Elementos que, después de hablar con Javiera y Luciano, entiendo como fundamentales para comprender este fenómeno y que nos permite abrir otras posibilidades y preguntas para también pensar cómo resistirlo.

Además, hablamos de la búsqueda del colectivo que integran por disputar el relato histórico e impugnar el olvido, recuperando archivos que registran la represión del Estado hacia la población, aquello que la Historia Soberana busca cubrir bajo la alfombra, lo que se expresó teatralmente cuando la Plaza Dignidad amaneció cubierta por una sábana blanca junto al nombre “Paz” un 15 de noviembre del 2019.

Gracias al trabajo de tantas personas y organizaciones, como el de Luisa Toledo, luchadora incansable que nos deja hoy 6 de julio de 2021, precisamente el día en el que escribo esta introducción, es que jamás dejaremos de disputarle a la elite el relato histórico y dejar claro que esa “Paz”, palabrita con la que tanto hacen gárgaras, en realidad no es más que la paz de los sepulcros.

Agradezco el tiempo de Javiera y Luciano y su generosidad al compartir valiosos conocimientos y reflexiones conmigo y ahora con ustedes.

*

Constanza Tizzoni (CT): ¿Por qué nace Desclasificación Popular? ¿Cuál es el objetivo?

Javiera Campos (JC): Desclasificación Popular nace aproximadamente en 2014, 2015, ya ha pasado harto rato. Parte por una pregunta esencial: ¿Qué pasa con los archivos Valech? ¿Por qué son secretos? Entonces ahí, me acuerdo que estaba trabajando con otras personas, estaba trabajando con unxs periodistas en otra investigación, y me cuentan de este proyecto y estas preguntas. Entonces dije: “Eso debe estar en una ley”. Empezamos a estudiar la ley, específicamente y ahí nos dimos cuenta que el secreto de estos archivos estaba en la ley de reparación y empezamos a estudiar sobre el secreto de estos archivos Valech. La comisión Valech es la primera comisión en Chile sobre prisión política y tortura de la dictadura. Entonces, comenzamos a analizar el tema del secreto y nos dimos cuenta que había una especie de titularidad ¿Qué quiere decir esto? Que lxs dueñxs de la información y de los archivos allí contenidos son las mismas personas que fueron a dar su testimonio. Cuando supimos esto, nosotrxs pensamos que toda la gente que había participado tenía aún su archivo Valech a la mano, pero en la búsqueda nos dimos cuenta que no y empezamos a hacer un montón de actividades para poder conseguirlos.

Desde octubre del año 2019 en adelante, como a todxs, el tema del estallido nos pegó una cachetada muy fuerte, en nuestro caso no tanto por el tema del malestar y todo eso, sino por el hecho de que hubiese tortura de nuevo en Chile. Ahí nosotrxs lo que empezamos a hacer fue reflexionar sobre este presente a partir de lo que habíamos aprendido con el trabajo que veníamos haciendo como colectivo a propósito del informe Valech.

Una cosa que no todo el mundo sabe es que las fuerzas armadas y de orden pueden quemar sus archivos, a partir de la ley 18.771, una ley especial que hizo Pinochet a último minuto, en 1989, y que aún no está reformada [2]. Gracias a esto, las fuerzas armadas y de orden, de hecho Carabineros, PDI, Ejército… pueden quemar sus archivos. Varios archivos de dictadura fueron quemados durante los 2000, por lo que sabemos gracias a la investigación de la periodista Pascal Bonnefoy [3]. Luego, Londres 38 presentó un recurso judicial sobre el tema de la quema de archivos por parte de las fuerzas armadas que aún está en tribunales.

Por lo mismo, a partir del 18 de octubre nos alertamos: “¡Va a pasar lo mismo! En algún momento van a quemar todos los registros”, dijimos. Entonces, ya el 20 de octubre comenzamos a hacer solicitudes de información a carabineros, y yo creo que mucha gente también, fue como súper intuitivo; porque necesitamos saber, necesitamos disputarle al Estado y a las fuerzas armadas el resguardo de todos los datos. Nos encontramos dentro de un contexto distinto al de la época de los ‘70 y los ‘80 y si en esa época se registraba -porque las fuerzas armadas son una burocracia de las más antiguas junto con el Estado- es imposible que no registren ahora. Si no hay registro es porque lo eliminaron. Aparte hoy tenemos tecnologías: existe la georreferenciación de los datos, es algo que nosotrxs estamos peleando. Pero en eso estamos, por eso nacimos y en eso estamos mutando.

Luciano Sáez (LS): Me gustaría agregar a lo que bien señala Javiera que nuestro colectivo se origina también a propósito de la pregunta sobre cómo repensar la violencia. Somos distintos profesionales que se han enfrentado a distintas formas de violencia institucional y en particular a la violencia policial, desde el análisis y la investigación. Entonces una de las preguntas que nosotrxs nos hemos hecho y que nos unen a todxs acá tiene que ver con este hilo, que pareciera separar la dictadura de la democracia, en realidad se trata de un hilo conductor. Entonces, desde Desclasificación, son estas medidas de impunidad del Estado, la imposición de procesos de amnesia social, lo que va determinando nuestra urgencia. Por ejemplo, comenzamos con los archivos Valech, pero al poco andar descubrimos que hay que empezar a desclasificar otro tipo de archivos que dan cuenta de otras violencias que han sido sistemáticas, por ejemplo: no tenemos antecedentes de las violencias que han ocurrido en Chile desde los ‘90 en adelante, sabemos que han sido prácticas reiteradas pero no tenemos antecedentes al respecto.

El estallido social vuelve a poner en la palestra formas de violencia históricas que los distintos dispositivos de seguridad realizan contra la población y a partir de eso, nosotrxs, dentro de la disputa que realizamos hace años a propósito de cómo el Estado produce y garantiza narrativas oficiales y canónicas, de cómo se instaura o de cómo se va a recordar un proceso -sobre todo porque las medidas de reparación están enfocadas en lo económico y no de rescatar ciertas memorias sociales de la resistencia- es que nace todo este proceso. “Desclasificar” significa eso en el fondo: disputar. Disputar no sólo los archivos, sino que también otra serie de elementos que se rescatan a través del archivo, y esto lleva a otra serie de debates, como por ejemplo, que existen archivos que se generan, que lxs mismos sujetxs como disputa generan; las memorias alternativas, las memorias subterráneas, nosotrxs estamos totalmente de acuerdo con eso y somos partícipes de esos procesos, pero creemos que hay que poner también ojo en las instituciones. Tiene que haber alguien fiscalizando a las entidades de gobierno, a propósito que tienes al compañero Foucault ahí [risas], hay que ponerle ojo a los regímenes de seguridad, a las racionalidades. Y la policía ha demostrado históricamente, en el marco de un proceso de transición que parece un loop eterno, que opera bajo otra racionalidad.

Entonces, a partir de eso es que para nosotrxs, una de las primeras urgencias que surgió fue sistematizar datos, por ejemplo, y la interrogante es, para contextualizarte, es que aparte de empezar a trabajar la disputa de datos, el ir a buscar los datos y ver qué racionalidades operan allí y exponer dichas racionalidades bajo las que actúan los agentes policiales, que parecieran obvias pero no son tan obvias, porque ahí hay un peligro que nosotrxs siempre advertimos; la gente piensa los protocolos o piensa las normativas legales como simples documentos y que los carabineros hacen cosas fuera de ese actuar. La verdad es que nosotrxs tenemos otra serie de hipótesis, que tienen que ver con que hay racionalidades que están instaladas y que en el fondo hay claridades para eso, es decir; aquí no se trata sólo de cadenas de mando, por ejemplo en el caso en el que se lanza a un joven de 16 años al río Mapocho [4], aquí lo que hay es una racionalidad, es decir, hay técnicas de gobierno que se instalan. Son policías cuya función principal es controlar, es reprimir, pero de manera pedagógica, en el fondo, instalando prácticas como necropolíticas, disciplinando el cuerpo derechamente. Entonces, cuando uno ve los archivos, uno tiene que empezar a dilucidar qué hay ahí, empezar a encontrar la racionalidad y empezar a confrontarla realmente, esa es la idea de desclasificar.

La acción de desclasificar es poner en tela de juicio y poner en evidencia toda esa clase de antecedentes pero a disposición de las organizaciones sociales. A raíz de eso también generamos datos, por ejemplo, el proyecto “Cartografías de la represión” [5] nace a partir de eso, que es como el segundo proyecto, y es un proyecto que comenzó con la idea de solicitar a las personas información respecto de cuáles han sido los espacios y flujos represivos. Con el pasar de los meses nosotrxs nos dimos cuenta que el proyecto no se podía sostener bajo esa racionalidad porque las personas no están dispuestas a entregar esa información, tienen mucha desconfianza, y también entre organizaciones no hay criterios de unicidad, lo que a nosotrxs nos preocupan, que tiene que ver con la falta de cohesión social entre organizaciones social como para poder armar redes que permitan como en fondo poder generar espacios, por ejemplo temas como el que nos interesa a nosotrxs de georeferenciar la información. Entonces “Cartografías de la Represión” rápidamente buscó, desde la percepción espacial de los sujetos respecto de la represión, disputar estos datos. Entonces ha sido un proceso sumamente largo el intentar mapear la represión a nivel nacional, nos ha costado un montón, sabemos que hay otras organizaciones que lo han intentado pero han caído en el mismo problema que nosotrxs, que consiste en la dificultad de que las organizaciones, dada la sistematicidad de la represión, solas puedan actuar y puedan sistematizar todo un conjunto de datos y ponerlos en evidencia, lo que nos demuestra que, aparte de lo difícil que es lograr cierta cohesión de las organizaciones, es que la sistematicidad de las violaciones es tan grande que las organizaciones no pueden hacerse cargo de ellas.

Entonces nosotrxs mutamos, desde trabajar datos como los generados por nosotrxs, a complementarlos con datos disputados a Carabineros y a partir de eso, empezar a ver qué registran, cómo lo registran, qué ocultan. El interés de cartografiar la represión parte por ahí, parte por la idea de sistematizar la mayor cantidad de información posible para poder captar los flujos represivos. A nivel de percepción nosotrxs sabemos que no podemos dar cuenta de todas las dinámicas espaciales pero la idea es poder empezar a visibilizar cómo ha interactuado esta represión en distintos escenarios. Por eso, rápidamente nos abocamos en una primera etapa a no solamente rescatar información desde lxs actorxs, sino que también el caso inverso; buscar desde el Estado y después volver a los actores a contrastar esta información o sobre cómo se percibe actualmente la violencia. Saber que existen, por ejemplo, racionalidades distintas del uso del espacio, que es un proyecto mucho más complejo y que ahí empieza el proyecto de cartografías de la represión: la idea de develar que las racionalidades también están presentes y operan en dimensiones espaciales.

CT: Totalmente. Eso me pareció súper interesante de su trabajo como colectivo y me gustaría que quizás pudiésemos ahondar en el caso del actuar policial y cómo muchas veces se habla de “casos aislados”, accidentales, cuando en realidad se trata de acciones que están sujetas a racionalidades. Me gustaría saber si ustedes tienen alguna hipótesis sobre cómo funciona esta racionalidad policial, sus diferencias en relación a cómo funcionaba en dictadura, si han visto nuevas formas de reprimir, si han visto herencias de estas formas de reprimir, de estas técnicas de represión, si hay nuevas formas de ocultar información a partir de estas nuevas tecnologías o nuevas formas de espionaje, etc… Saber un poco qué han observado en sus hallazgos.

LS: Bueno, cuando hablamos de las formas de archivos, de todo el proceso de solicitar y disputar archivos, lo que vemos (y es algo que ya forma parte de la opinión general) es que estamos frente a una institución que no solo no se ampara a los procesos democráticos, sino que tiene su propia racionalidad mediante la cual funciona y esa racionalidad se expresa por ejemplo en el hecho de que se piensa que lxs sujetxs no van a disputar información, o pensando que las personas no se enteran de que hay estrategias, formas de difusión. O pensando también que las personas no están atentas a lo que las policías le presentan al Estado, cuando tienen que rendir cuentas al ministerio u a otras instituciones, que presentan datos sumamente detallados.

Bueno, cuando la sociedad civil pide los datos o lxs abogados piden los datos o cuando nosotrxs pedimos los datos, nos dicen que no existen. Entonces es muy interesante cuando uno empieza a poner ojo en esas prácticas, porque a través de ellas se devela la racionalidad que hay detrás, una forma de operar que no ha sido exclusiva de este momento. Lo que nos muestra octubre es una continuidad histórica. Es decir, nosotrxs sabemos que las policías generan información, producen información, más todavía si son de carácter militarizados como es en el caso chileno, una policía que no tiene sindicato, una policía que tiene cadena de mando y códigos de honor similares a los que tiene las lógicas militares. Por lo tanto; si algo sabemos nosotrxs dentro de la conformación de los Estados y de las formas de gobierno es que son las instituciones las que han sido llamadas siempre a registrar información. Entonces nosotrxs sabemos que tienen información y probablemente mucha más información de la que nosotrxs pudiéramos imaginarnos. Generan otros tipos de información, tienen unidades especializadas en distintos espacios, piensan tácitamente los distintos lugares donde actúan. Entonces cuando nosotrxs pensamos y decimos: “bueno, queremos un dato”. Lo que está detrás de ese ejercicio de disputa es justamente eso: develar y comenzar a instalar en el debate las problemáticas en torno al funcionamiento del accionar represivo, yendo mucho más allá del acto mismo de la violencia, sino buscando las racionalidades que las amparan, que las protegen, que las blindan y bajo las cuales actúa.

En relación a Carabineros y a los datos que hemos ido descubriendo, yo me atrevería a decir que; la política represiva de Carabineros tiene un actuar selectivo, un actuar selectivo que está pensando en capturar, castigar y disciplinar a un grupo social en particular. ¿A quiénes? A hombres Jóvenes. Y eso no es menor. No quiere decir que otro tipo de identidades queden fuera, también son reprimidas, pero pareciera que la política de captura y la política de cacería (porque nosotrxs entendemos cuando vemos la cantidad de personas agrupadas, que detrás hay una lógica de cacería) está orientada en esa dirección. La policía caza a sujetos. El joven de cierta edad, de 12 a 30 años, es un potencial enemigo, es el enemigo que ellos se inventan, es el sujeto que marcha, es el posible capucha. Entonces se le detiene selectivamente en distintos escenarios tanto en la vía pública como de manera selectiva en varias poblaciones. Eso es lo que nosotrxs no sabemos, que es lo que estamos buscando, dónde están los flujos represivos. Porque es lo que nos va a permitir poder identificar si vamos a seguir con el mismo hilo históricamente; que la policía disciplina ciertos lugares.

Lo que nosotrxs descubrimos con esto no es nuevo, históricamente la policía ha actuado contra las poblaciones jóvenes. Durante los ‘90, el actuar de carabineros se centró particularmente en la juventud, se centró en disciplinar, en castigar a los jóvenes populares. La expresión de octubre nos vuelve a mostrar una racionalidad que está instalada hace más de 40 años en la institución y que probablemente si uno hace el link histórico viene de mucho más atrás. Es decir, la lógica policial militarizada es capturar, es disciplinar a ciertos grupos sociales ¿Cuáles? Los que intentan disputar el sistema. Esto no es menor, porque nos vuelve a poner el tema en la categoría de la juventud. Es decir, es interesante que, selectivamente, a pesar de que se cometen brutalidades policiales en distintos grupos y en distintas edades, se concentre directamente en los jóvenes. Es el miedo a las masas, es el miedo al ‘83, el ‘84 y el ‘85. Es el miedo a las mayorías. ¿Quiénes eran los que protestaban en los ‘80?, ¿Quiénes eran los que protestaban en los 90? ¿Quiénes son los que se levantan y reactivan la lucha social de manera masiva? Es la juventud. Y ellos los identifican como hombres de cierta edad.

Y de manera distinta también, que nos gustaría acercarnos mucho más, tiene que ver con las diferencias de géneros, es decir con las identidades que están desde el otro lado, con las otras identidades múltiples, como también hay políticas de selección y de castigo que quizás operan de otra manera que no es la brutalidad policial, es decir, existen otras formas para esas identidades. Por ejemplo, nosotrxs cuando montamos cartografías de la represión, lo primero que hicimos fue intentar espacializar otro tipo de violencias que tienen que ver con las amenazas de desaparición y de violación. Ese ha sido un tema en el que nosotrxs avanzamos pero quedamos cortos, porque lo que descubrimos es que hay otras formas de actuar violento que tiene la policía, buscando reprimir otras identidades de género, que tiene que ver con la amenaza de violación, de torturas sexuales, etc. Que es lo que ha ocurrido y por la cual hay muchas denuncias en las manifestaciones, por ejemplo, las policía les dice “oye, si no te vas de acá te voy a hacer desaparecer”, “te voy a violar”.

Ese tipo de cosas, en el fondo, el primer hallazgo que hicimos nosotrxs cuando montamos Cartografías fue empezar a ver todos los protocolos para hacer la denuncia y ningún protocolo consideraba la dimensión de género. Lo cual nos parecía terrible. Segundo; no consideraban tampoco la espacialización, otros tipos de violencia que se expresan en el espacio. Nosotrxs hemos estado intentando transitar a esas experiencias. Ahí sabemos que los distintos colectivos y las distintas identidades agrupadas tienen avances en intentar sistematizar esos datos. Pero aún nos falta instalar esa representación de que la violencia policial además de tener esta forma de casería, tiene también otras formas de amedrentamiento que son espaciales. Esas racionalidades no son nuevas, han estado presentes históricamente y lo que nosotrxs vemos ahora es una reactivación de esas lógicas. El aprendizaje disciplinario los lleva nuevamente a este ethos, este origen de la represión; que es cazar, que es amenazar, amedrentar y toda la deriva que tiene que ver con matar y ejercer otro tipo de acciones. A nosotrxs nos sorprende esto mucho.

Entonces por ahí va nuestra primera hipótesis y la segunda tiene que ver con el hecho contra-factual de que tenemos que repensar, y anteponerse a las narrativas oficiales que se van a instalar sobre octubre, que es un claro hecho. Se ha hablado de instalar comisiones de verdad, entonces volvemos a los mismos dilemas que se instalaron en la transición respecto a qué narrativas van a ser las que son incorporadas, cuáles van a ser invisibilizadas, y para eso la lucha hay que darla en este minuto en este tipo de escenario, generando información, llamando al debate, instalando la racionalidad respecto al actuar policial porque después van a quedar encapsuladas solamente en un par de párrafos que van a explicar en un informe que la racionalidad de carabineros fue un actuar bajo una cadena de mando. Cuando probablemente no es eso, cuando probablemente si nosotrxs reflexionamos respecto al uso de protocolos, solicitamos toda la información, lo que podíamos solicitar es que en el fondo; cuando se busque instalar narrativas oficiales sobre verdad; disputarlas y decir acá no podemos seguir permitiendo la existencia de este tipo de policías, que son policías políticas que están pensadas para disciplinar, no para cuidar. Eso es importante colocarlo, porque a pesar de que ha estado constantemente en el debate, repensar las policías significa repensar sus racionalidades y pensar cómo están inscritas dentro de las narrativas de reparación política a las víctimas.

JC: Y lo otro  que nos preocupa de esta represión policial es algo que también pasó en dictadura y que tiene que ver con la diferencia de la represión en Santiago y en regiones. Necesitamos saber qué pasó en regiones porque en regiones lo más probable, a pesar de tener estos grandes patrones de funcionamiento, es que la represión en región siempre ha sido distinta, siempre tiene otros matices que nosotrxs, santiaguinos, no conocemos. Entonces no podemos cometer el error de nuevo de desconocer cómo fue la represión en regiones. 

Otra cosa, que nos preocupa  y es difícil de ver, algo de lo que no nos tenemos que olvidar, es que por ejemplo cuando fiscalía saca estos informes oficiales, que son informes bien cortitos pero súper buenos, de estadísticas de las causas que se están llevando por violencia y por violación a los DDHH y por represión, se está hablando solamente de las personas que denunciaron a las fuerzas armadas y de orden. No estamos viendo qué pasó por ejemplo con el grupo de personas que están en prisión, procesadas por la ley de seguridad interior del estado, procesadas por la ley barricada, procesadas por saqueos, ¿A ellos también les violaron los DDHH? 

CT: Claro, a propósito de esas experiencias que comentabas recién, también estaba pensando en lo que ha pasado en Wallmapu, y por ejemplo con la prisión preventiva y la ley anti-terrorista. Hace poco fui a una charla de la antropóloga Clara Han,  que hizo trabajo de campo en La Legua y, haciendo referencia a cómo funcionaba la policía en el contexto de la revuelta, ella decía que en verdad todo ese actuar era algo que ya estaba pasando en La Legua, solo que ahora quizás estaba más visibilizado porque la clase media estaba envuelta en esta manifestación. Quería preguntarles qué opinan ustedes, o sea, ¿están de acuerdo con esta aseveración? Me pregunto si ustedes han podido acceder a estas técnicas o estas racionalidades de la policía en otros espacios y que estaban invisibilizadas, solo que ahora se hacen visibles. Otra pregunta que se me ocurre, y que la voy a dejar ahí, tal vez la podemos retomar es si han visto estos actuares medios ilegales de los policía encubiertos. Si les ha tocado acceder a esta información, porque también en octubre pasaba mucho que había policías que borraban su identidad o que andaban de civiles, muchas estrategias que nos recordaban cómo se actuaba en dictadura. 

LS: Mira, respecto a lxs sujetxs de violencia, nosotrxs detectamos y sabemos lxs sujetxs que históricamente se ven más expuestos a las violencia. Justamente tú hablas de la Legua, es muy interesante que en democracia hay informes que han intentado establecer los hechos de violencia en La Legua, hay informes individuales, hay informes de ONGs, hay informes del INDH incluso, bueno está la etnografía de Clara Han que también instaló mucho revuelo en el 2012, cuando ella habló de las violencias neoliberales en Chile. Eso hay que tomarlo en cuenta y sí, hay espacios que constantemente han sido sujetos a otros tipos de violencias que tiene que ver con la precarización de las condiciones de vida, pero además de eso con un actuar policial que lxs somete a pequeños estados de excepción de alguna manera. Es decir, hay poblaciones de Santiago, del gran Santiago, pero también ocurre en otros espacios. Nosotrxs sabemos que históricamente ha sucedido en el sur de Chile, y no solamente en Wallmapu sino que en localidades campesinas también ocurre lo mismo. 

Entonces acá surgen muchos problemas respecto a la legitimidad del actuar policial. La diferencia es que ahora nosotrxs tenemos una mayor conciencia a nivel social respecto a las implicancias que tiene a 30 años de haber iniciado un proceso político de transición democrática; las implicancias de tener un dispositivo de seguridad que actúa de una manera dictatorial y autoritaria. Eso se expresa de cierta manera en el resquebrajamiento de cierta moral y de cierta mitología respecto a la idea de la policía como el garante moral de la nación. Yo creo que es parte de lo que ha venido ocurriendo y que diversas organizaciones siempre pusieron el tema desde los ‘90 en adelante, pero en octubre finalmente se termina de quebrar  eso. Por decirlo de otra manera; la única policía mejor evaluada en América latina terminó por caer. Eso es interesante cuando repensamos la violencia, porque la violencia tiene historicidades distintas. Las víctimas no se originan en octubre, las víctimas se originan históricamente en procesos donde han sido constantemente victimizadas y amenazadas. Hablarle de octubre al Wallmapu  es hablarle de una violencia histórica que lxs va llevar a principios del siglo XX, porque han sido constantemente amedrentadxs. Hablarle a un chico o una chica que viven por ejemplo en La Legua, que viven  en una población, que tiene algo de politización, que tiene hartas problemáticas, como por ejemplo el narcotráfico, pero que además de eso, constantemente son castigados y disciplinados por la policía, es hablarle de un ciclo histórico. Hablarle a lxs estudiantes ahora respecto a la violencia policial de octubre, es hablarle de lo que venían sufriendo desde las lógicas de intensificación del ministerio de interior cuando intervino en los colegios, cuando intervino el Instituto Nacional. Es decir, son distintas líneas históricas que se arrastran. Cuando hablamos de la violencia, cuando hablamos de la violencia policial en particular, hablamos de distintos hilos de historicidad y todos lxs sujetos tienen formas de evidenciar la violencia. En octubre la gran paradoja es que se unen, se visibilizan y toman un campo de acción como en el debate de la refundación o eliminación de la policía. Eso es lo que primero me salta respecto de la primera pregunta. 

Y respecto a lo segundo, me gustaría decir que tenemos que dejar de pensar solamente en la policía como el instrumento militarizado que lleva un traje o un auto y que está reprimiendo en la calle. Hay acciones que tienen un carácter policial, de hecho aquí lo interesante es hablar del “policiamiento” de la sociedad, que nosotrxs hemos visto harto. Creo que acá fuera del debate, y es algo que nosotrxs instalamos cuando nosotrxs empezamos a mapear esto, el objetivo también era mapear a los grupos de contención de derecha y también denunciar las acciones de la ultraderecha o de actores civiles en contra del derecho de la protesta, que es algo que históricamente se ha invisibilizado y que se le ha tomado poca atención cuando se piensa la policía. La policía funciona no solamente porque tiene un actuar efectivo militarizado que disciplina, sino porque tiene aliados o personas que intentan simular el hecho de ser un policía, desde el guardia de supermercado por ejemplo, que reprime, sistematiza a ciertos sujetos en particular tanto dentro como fuera de su lugar de trabajo, o guardias de distintas índoles, pero que tienen un actuar similar, un actuar represivo. En el fondo acá deberíamos llegar a un ejercicio reflexivo de desdibujar la policía, en el sentido que también necesitamos pensar los policiamientos, porque también es peligroso diluir una policía sin pensar que también hay racionalidades que la misma policía instaló en sujetos. 

La represión se consolida a partir de sujetos que están actuando, que pueden ser policías de civiles que probablemente ni son los que nosotrxs tenemos en cuenta, es decir; acciones realizadas por civiles, que son quienes apoyan. Por ejemplo, desde el estallido, en cartografías de la represión hemos recibido denuncias anónimas de personas que pasan en taxis o en vehículos en reiteradas ocasiones por ciertos lugares y paradójicamente después de que pasa el taxi tres veces, viene el piquete policial,  o sujetos que comienzan a grabar o empiezan a azuzar espacios para generar violencia y que después desaparecen, que son o policías civiles o simplemente civiles que están aliados. Son colaboraciones anónimas, terriblemente solidarias que se instalan, desde la señora que le da pena y le da un vaso de agua a carabineros, hasta el tipo que se cree carabinero y hace la detención ciudadana él, o va y le pega a los chicos que están haciendo una barricada, o va y llama a los carabineros, o va y delata a sus vecinos. Esas cosas también son interesantes pensarlas porque el estallido también instala eso: instala la colaboración, instala que las prácticas policiales no se pueden sustentar y no se sustentan sino es en base a los servidores voluntarios. 

JC: Yo espero que no se quemen los archivos, eso es fundamental. Es fundamental y eso es otra cosa que la gente no sabe; las fuerzas armadas puede quemar los archivos cuando quieran y tienen protocolos propios; nosotrxs publicamos en nuestra página los protocolos para que la gente los lea. Tenemos poco tiempo, tenemos unos 6 meses antes de que se queme todo. De hecho, yo, en lo personal, también estoy pidiendo los sumarios, las cámaras, cómo están registrando, porque los videos no los van a guardar para siempre, tienen un plazo para destruirlos. La única forma que nosotrxs encontramos para remecer un poco, con la poca capacidad que nosotrxs tenemos de llegar a las personas, es empezar a concientizar de que el torturador no puede cuidar la evidencia, no puede. Pero en este país se hace eso, y yo creo que eso va a ser clave -conectándolo con lo que hablaban de la reparación- porque de repente la gente cree que el problema de los archivos es un problema académico, porque los académicos queremos hacer nuestra investigación, pero se tiene que pensar en un tiempo más, yo estoy pensando en la vejez incluso de estas personas que sufrieron violación a sus DDHH, la prisión política, cuando se vean enfrentados de nuevo a otro proceso judicial u otro proceso de verdad o de comisión de verdad. Vamos a tener una generación con un grave daño social, con un grave daño psicológico, con un grave daño en general y se lo hizo el Estado. Nos preocupa el tema de los archivos; que no solo sea el fetiche de la academia por los archivos, claro, los tiene que usar la academia, los tiene que usar el poder judicial, pero los tiene que usar el pueblo, porque queremos que los archivos los tengan las personas y que puedan donarlos a quienes quieran, porque en realidad sobre la dictadura sabemos muy poco de la resistencia. Bueno, acá queremos saber cómo fue la lucha social espontánea, aquí esto fue caótico en el estallido, pero sí hubo resistencia y sí hubo gente, y los carabineros fueron a recriminarlas, bueno nosotrxs en el futuro queremos saber eso también. Hay que disputar el hecho de la verdad criminal, la gente también tiene que tener acceso. Sí, la etapa judicial es importantísima, pero la gente también tiene que conocer. Una persona común y corriente, si esto llega a pasar, debe tener las herramientas, que esté todo disponible para que sepa lo que pasó con sus vecinos y no se quede solamente con las grandes cifras de punto final.

Lo otro que me gustaría tocar del tema de la reparación es que no se ponga secreto, eso no se nos puede olvidar: que el Estado chileno puso secreto a los testimonios y eso trajo un montón de consecuencias. Eso no puede volver a pasar. Si nos vuelve a pasar, yo creo que ahí vamos a tener que hacer una reflexión seria de ¿qué nos pasa como sociedad? ¿Qué nos pasa como sociedad cuando tenemos que enfrentarnos a gente que fue dañada por nosotrxs mismos? En el sentido de que el Estado debería ser de todos los chilenos, no deberíamos pensar en el ladrón como el otro. La sociedad tiene que repararse a sí misma, entonces acá vamos a tener un proceso súper complejo y a mí me gustaría que estuviese basado en el diálogo intergeneracional. La solidaridad de los que vivieron la prisión política, para los que están presos ahora yo creo que es importante para que cachen que no son los únicos presos políticos, yo creo que eso te ayuda en tu proceso. Proceso que va a ser largo, porque de repente estamos pensando en la inmediatez, insisto, es importante hacer los recursos y estar con abogados, pero esto es para años  y nos va a marcar, nos va a marcar para mucho tiempo más. 

CT: ¿Han visto algo así como novedad en las prácticas que se desplegaron en octubre en comparación a estrategias policiales que se desplegaron en el pasado? ¿Hay algo así como un ensayo, algo que las policías están probando en este contexto, que no se haya visto antes?

LS: Es difícil dar cuenta de qué es lo que es nuevo en el actuar policial cuando un país como Chile tiene un hilo histórico muy marcado por la violencia. Algo interesante de tener en cuenta, creo que es la estrategia de copamiento, esa estrategia si bien no es una novedad, sí es bastante acentuada los últimos años, especialmente desde octubre. Carabineros ha utilizado mucho para justificar su actuar represivo el hecho de que intentan hacer estrategias de copamiento. Cuando nosotrxs nos intentamos aproximar a las racionalidades policiales, el secreto está ahí, que no sabemos, no sabemos cuáles son los protocolos que ocupan para el uso de la fuerza. Ellos tienen manuales que dicen: “indique y dispare en tantos grados”, pero no dicen “cuando hay una manifestación usted tiene que hacer esto para disuadirla”. Lo que nosotrxs vemos son un tipo de interacciones dinámicas que sabemos que tienen una interconexión con las cámaras de seguridad, que hay unidades que están viendo el tránsito, que están viendo los focos, que también ellos tienen datos, que probablemente ellos tengan modelamiento que les permite hacer análisis más predictivos con respecto a cómo funciona la represión. Eso es lo que creo que hay que considerar, que las estrategias de la policía son reactualizadas en ciertos contextos, ahí las personas que han puesto el ojo es que por ejemplo la seguridad ciudadana y, como lo dice Rodrigo Karmy, se ha ido israelizando la seguridad en América latina, entonces yo creo que hay que estar muy atento a las conexiones que hay con ciertas lógicas seguritarias que aplica el estado israelí contra el estado palestino por ejemplo. Creo que eso cobra más fuerza en el Wallmapu, creo que para poder interrogar respecto a las nuevas lógicas de seguridad, hay que mirar cómo se actúa en el Wallmapu, esa es una primera dimensión. La segunda es que acá también son campos de intervención y de acción que la policía tiene en distintos escenarios, por ejemplo, es distinta la estrategia de copamiento que ellos utilizan ahora. Hay que pensar incluso que hay estrategias que tampoco tienen un carácter racional de mandato de cadena de mando, sino que hay mucho de lógica casera en el actuar represivo, es decir, nosotrxs muchas veces no nos damos cuenta que quizás cuando una unidad policial no llega a un lugar a tiempo, nosotrxs no pensamos en la dimensión interna, dentro de la cultura policial eso es parte de un mecanismo de protesta de “¡ah! ¿Por qué nos toca a nosotrxs salir? Nosotrxs por información que hemos podido recibir y que anda dando vuelta en la opinión pública, es que bueno, también hay un malestar dentro de las policías que es algo que muchas veces no se visibiliza. Pero la pregunta es: en una policía militarizada, en una policía que es una de las únicas en América latina, que si bien tiene una serie de prestaciones, también precariza mucho a los sujetos que están dentro de ella, ¿cómo esa policía es capaz de sustentar el orden? ¿Qué pasa con los sujetos que están dentro? ¿Se someten a las normas? ¿Hay algún tipo de resistencia que ofrecen? Uno podría tirar varias hipótesis, que se desquitan con las personas que parece ser una de las más obvias, que el actuar represivo tiene mucho también de desquite, 

Hay que analizar las racionalidades porque desde el actuar policial hay una pedagogía clave, que es una pedagogía de la crueldad, de querer actuar, de querer disciplinar. Y hay sujetos que actúan en base a esa acción y que lo llevan al límite, es decir ponen parte de su cosecha. La tortura por ejemplo, es decir que un carabinero en recoleta durante el estallido de octubre meta personas en el maletero y los tenga todo el día dando vuelta en el maletero sin que se entere nadie, esa fue una creación original de esa unidad de carabineros. La invitación a pensar las policías también tiene que invitarnos a pensar no solo en esta lógica absoluta del poder, es decir, de pensar que hay un gran poder que se instala, que hay creatividades que se instalan. Al mismo tiempo, también pensar que el mismo hecho del ejercicio tan brutal de la fuerza, lo único que nos demuestra, es que no hay otra capacidad de gobierno que no sea a través de la fuerza. Entonces uno podría decir, como ya lo han dicho otras investigadoras y otros investigadores, que la policía actúa con fuerza porque la única forma de gobierno que le queda se puede sostener por la fuerza y por la violencia, no existe otra forma de gobierno, no existe otra cosa de mantener para ellos, que no sea el uso excesivo de la fuerza. Eso también nos invita a pensar, que estamos cerca de una crisis terminal, a quizás el fin de estas lógicas policiales, porque solamente se sostienen por la fuerza y no hay otro pilar que las sostenga. 

Pero siguiendo entre los índices de seguridad, la policía estaba bien evaluada porque hubo una campaña completa de marketing a como se instalaba la lógica de seguridad. Recordemos que durante la década del 90, las tasas de victimización siempre fueron más altas que las tasas reales de delitos, esto lo que nos demuestra es que dentro de esta lógica del gobierno de la inseguridad que se instala en la década del 90, en estas nuevas culturas del control, la policía toma un rol súper importante, pero en base a la sensación de seguridad. La demanda de orden de los sujetos, la demanda de sentirse seguros, en un proceso en que los sujetos se sienten inseguros y víctimas en todos los lugares por la precarización de la vida en el neo liberalismo, la seguridad  no solo cobra fuerza como un negocio, sino que también respalda la legitimidad policial.  Entonces qué mejor para un país como Chile donde las personas se sienten inseguras, donde se sienten frágiles en su posición social -históricamente, esa es como la gracia del neoliberalismo-,  que depositar los valores normativos en el cuerpo policial. Eso tiene que ver mucho con la herencia de la dictadura, pero también con lo que instala la idea de seguridad ciudadana en los ‘90, esa idea de romantizar el accionar policial para dar cuenta de nuevas lógicas de control social que es la seguridad ciudadana, de que el enemigo interno ya cambió de forma y puede ser tu vecino, o una persona de tu barrio. Eso es súper importante de tener en cuenta respecto a lo que preguntas. Entonces cuando repensamos a la policía me parece clave también repensar estos aspectos, como representan nuestra lógica interna de cómo nosotrxs pensamos y significamos lo policial y también cómo nosotrxs somos muy conscientes de qué sujetos forman parte de la policía y eso lo pongamos a disposición de repensar. Y repensar ¿Qué es lo que mantiene la legitimidad de la policía en este momento?, ¿Qué la mantuvo?,  ¿y qué es lo que nos podría hacer pensar en otros escenarios donde la policía va a existir?  No va a dejar de existir, el punto es saber qué es lo que va a venir después de carabineros. Con esto cierro, esto es importante, no es la primera vez que se intenta reformar carabineros, desde 1990 se ha intentado reformar carabineros. Desde 1990 hasta 1994, es decir durante el primer gobierno, el gobierno de Patricio Aylwin, había alrededor de 94 muertes en enfrentamientos con carabineros, muertes cometidas y justificadas por el accionar policial. Dentro de esas esta la masacre de Apoquindo, pero hay un montón más, desde los atropellos que hacían por las manifestaciones del joven combatiente en la Legua o que también ejercían tortura con electricidad. Hasta muy tarde en los 90s, se sabe que la tercera comisaria de Santiago seguía cometiendo tortura con electricidad, seguía colgando a las personas, hay muchos datos. Hay informes, de hecho desde 1990, amnistía, CODEPO y otra serie de organizaciones venían denunciando que la policía no se democratizaba. Y a partir de hechos brutales, como por ejemplo la masacre de Apoquindo, o por ejemplo un caso bien emblemático donde carabineros le disparó a un joven porque no paró en un disco pare, las policías fueron llamadas a repensarse. Entonces cuando revisamos estos hechos, es el mismo fantasma el que nos persigue de una policía que nunca se reformó, que no hubo intenciones de re formular, que los debates que aparecen son muy parecidos a los que se formulaban atrás; trasladar al interior la lógica de mando, es decir que un civil se haga cargo o que la PDI se haga cargo, o que se forme una gran policía, que sea solamente una. Eso también nos arroja ciertos fantasmas porque volver a pensar en eso, es pensar en cierto tipo de policía que ya ha sido pensado y otros que nunca fueron pensados por distintos motivos, por la oposición de la derecha y por la misma oposición de ciertos bloques de poder que sustentaban la legitimidad en el accionar policial. Creo que es interesante ponerlo en evidencia, porque la policía de investigaciones ha estado siempre en un lugar mucho más oculto dentro del accionar represivo, que ha sido mucho menos observado, pero tienen lógicas que a nosotrxs se nos olvidan, como si la policía solamente fuera carabineros. Entonces también es importante empezar a develar que cuando pensamos la acción civil, no se nos olvide que Chile tiene una policía civil y que actúa bajo ciertas lógicas, que también tiene unidades especializadas y que realiza inteligencia. Eso es clave y creo que es importante re pensarlo, porque también hay pugnas entre las policías que siempre han estado ocultas. PDI con carabineros históricamente han tenido una pugna y en este momento se visibiliza, o sea hay que tener cuidado, porque la PDI va a intentar tomar provecho de esto como la policía olvidada de Pinochet, la policía que intentó posicionar la transición dándole un poco más de recurso y la policía que va a querer posicionarse como la heroica…

JC: Pasa con otros gobiernos, han mandado un montón de proyectos de leyes para perfeccionar la inteligencia. Entonces hoy estamos en una era que si para Carabineros de Chile lo peor que la ha pasado es la existencia de nuestras redes sociales, nuestros celulares y todo eso, eso también puede contar para nosotrxs. Independiente de, como decía Luciano, del tema de la técnica de represión que no es algo nuevo, yo creo que tenemos que prestar atención dentro de lo que va a pasar en este periodo de incertidumbre en Chile  en que vamos a ver si reformamos la Constitución o no, donde va a haber un espacio y eso va a tomar tiempo, donde no sabemos cómo van o fortalecer porque no hay que olvidar que estamos en un gobierno de derecha, y va a hacer lo posible, independiente que tenga que terminar su periodo, va a ser lo posible y lo está haciendo, para dotar. Porque el discurso de Piñera es que esto es una guerra, entonces va a tratar de dotar a carabineros, por mucho que esté en el suelo, y lo va a hacer y lo está haciendo, va a dotarlo de más herramientas tecnológicas. Hay un monto de proyectos de ley como el de infraestructura crítica, y hay un proyecto que pasó súper piola para adaptar la legislación Chilena a la convención de Budapest, bueno ahí se está dando una libertad a carabineros y a la PDI y al ministerio público de ubicar nuestros metadatos, o sea yo sé que es un debate mundial el tema de la privacidad que ya no existe. Pero bueno, en estos contextos políticos y sociales complejos y bajo un gobierno de derecha que va a hacer lo posible por eso, yo creo que hay que estar atento  a las reformas en curso. En estos momentos el ministerio de justicia está haciendo un montón de conversatorios que los está subiendo a su cuenta de YouTube, sobre el tema del derecho a reunirse y eso nadie lo está discutiendo. Estamos en un proceso también en que si nosotrxs hemos logrado, como sociedad, poner en jaque la represión gracias a las tecnologías, la represión también puede ser potenciada por las tecnologías. Entonces también hay que tener cuidado en Chile, donde la protección de datos personales es mala. Entonces yo creo que ese es un proceso donde debemos aprender a cuidarnos en una instancia súper compleja. Yo me acuerdo también que el intendente de Santiago, al que no le resultó pero lo iba a hacer, quería poner unas cámaras de reconocimiento facial nivel Chino. Yo creo que eso también va a pasar, entonces tenemos que estar súper atentos como va esta reforma a carabineros, porque vamos a tener un tiempo muerto entre el gobierno de derecha, que todavía no termina, y un proceso donde a lo mejor los cambios van a ser más lentos. Fue muy extraño el tema de la pandemia, yo creo que por eso no se ha puesto tanto énfasis en la vigilancia, si no hubiese habido pandemia yo creo que acá el tema de la vigilancia a los ciudadanos hubiese sido más grosera. Insisto, si uno revisa la base de datos, que yo en lo personal considero que es horrible la que tenemos de carabineros de chile, y son 18 mil datos, no es menor. Entonces yo creo que ese desafío es importante pero  la pandemia a todos nos ha paralizado, eso también nos va a servir para el futuro; la represión va a llegar a un nivel muy complejo por el tema tecnológico. Si ya estaban siguiendo a chicos, ya antes de la pandemia estaban siguiendo a los dirigentes estudiantiles, y en el estallido vimos como carabineros iba a la casa de los dirigentes. Entonces yo creo que es un tema a discutir, el tema de la seguridad de la reforma a carabineros y cómo va a ser la seguridad también con estas nuevas herramientas, más bajo, insisto, nosotrxs estamos todos bajo sospecha, porque para este gobierno estamos en una guerra. Entonces a pesar de que está en el suelo, no está tan el suelo, está en el suelo ciudadanamente pero no está tan el suelo. Entonces tenemos que ver cómo se van a regular, cómo van a intentar regular el proceso constituyente si es que llega a ganarlo, porque eso es lo otro, no sabemos bien si va a ganar ese proceso y cómo va a ser, cómo van a ser las políticas de seguridad.  Yo creo que hay que tener un ojo adelante de todos los cambios que va a hacer Piñera y el otro gobierno, porque va a existir la tentación de que en el nombre del orden se den muchas más atribuciones a Carabineros. Siendo que ciudadanamente están el suelo pero no a nivel del poder. 

CT: Para terminar me gustaría hacerles dos preguntas.  Una pregunta es: ¿Qué puede hacer la sociedad civil para que esta información esté disponible? Y también ¿Cómo se podría ayudar directamente a ustedes como organización? Por ejemplo, el día de mañana me detienen y no se registra, ¿tengo que ir directamente a ustedes a contarles que me detuvieron? O ¿Dónde se puede llevar ese registro? ¿Qué pueden hacer las organizaciones para llevar estos registros y también sistematizarlos en un archivo que no sea como el institucional que también tienen  esos sesgos que ustedes también han visto pero que exista centralización de estos registros?

JC: Yo creo que el primer llamado, sería a las organizaciones a atreverse a registrar, porque son súper válidas las otras formas de luchas, pero dejamos de lado este tipo de cosas, no tengo la respuesta al respecto, te soy muy sincera, pero no sé si será porque se asocia al mundo de la élite y esto pasa a ser problema de lxs académicos. Pero yo creo que hay que atreverse a los propios registros, las propias preguntas, y a lo mejor tener protocolos para compartirlos, porque insisto las primeras reacciones a las organizaciones que están registrando cosas fue como “no”. Pero hay un montón de formas para resguardar la identidad de las personas y que nos permita tener a la vez  acceso a un montón de cosas. Entonces yo creo que se trata de llevar a cabo la conversación de volver a tejer la trama esencial, la trama de las organizaciones compartiendo cosas con seriedad, con protocolo, de repente se piensa que no se puede, pero si se puede. Yo creo que sería una buena conversación. 

CT: La última pregunta es a propósito de la reforma o abolición de la policía. Ustedes de alguna forma ya lo han esbozado, pero me gustaría saber si se les ocurren algunas soluciones: ¿Abolir? ¿Reformar? ¿Qué tipo de reformas serían posibles?


LS: Es un temazo el de abolir, pero quiero partir por el tema de la resistencia: ¿Qué hacer? Yo creo que parte de nuestro llamado, es que tenemos que atrevernos a pensar la documentación como un acto de resistencia. Un acto de resistencia ante el olvido, ante la impunidad, también como estrategia de que la sociedad genera sus propios datos, genera su propia información y no dejamos los datos a disposición de un solo grupo. Es peligroso cuando solamente un solo saber se impone para la construcción de datos, sino que el debate por desclasificar y el debate por el que la sociedad se atreva a generar datos, no se trata de exponer a las personas. Porque estrategias para no exponer a las personas existen, como por ejemplo, preguntarles a las personas si quieren que su nombre aparezca o no, de hecho así de sencillo uno puede empezar a trabajar sobre lo que se quiere mostrar sin necesariamente caer en el morbo de la violencia. Creo que ese es un llamado muy importante, porque hay que exponer la violencia y dejar de pensarla como un hecho aislado o un hecho excepcional que es el peligro de pensar carabineros, de volver a repensar la policía ahora. El acto de registrar, de testimoniar, nos tiene que llevar no solamente al hecho de registrar el presente sino de hacer conexiones que nos digan “ojo con esto. Porque la gente que ha estado presa desde los 90 también nos ha advertido eso. Los grupos anarquistas que han venido trabajando o los grupos más de ultraizquierda que han venido discutiendo sobre la abolición de la policía no lo hacen de un deseo solamente basado en el fin del Estado, sino que hay un sustento para pensar y para proponerlo como una alternativa les guste o no a las personas. Hay gente que dice cuidado, porque la policía reprime, la policía es selectiva, tenemos que ser capaces de pensar fuera de la policía. Y con eso quiero irme a la pregunta con respecto a lo que tenemos que hacer con la policía. Lo primero que tenemos que pensar, creo yo y súper humilde lo digo, es que en un contexto en el cual, como decía Javiera, estamos pensando en la guerra, que la policía sitúa la guerra, lo único que nos queda por pensar de la policía que nos queda, es una policía que se ha encargado de destruir y anular la identidad de las personas. Como una práctica social reiterada durante el estallido, la policía ha actuado para reprimir. La seguridad como nosotrxs hemos descubierto, es una seguridad para un modelo y es lo que la gente cuestiona, y es lo que se ha venido cuestionando durante mucho tiempo y que forma parte del gran debate teórico de para qué sirve la policía ¿A quién le sirve? Entonces, cuando nosotrxs pensamos qué lo que hay, es un gobierno que lo que está buscando es instalar una lógica belicista, los escenarios que se están produciendo dan para pensar este momento como un monto exclusivo, lo cual es peligroso, como una excepción de una larga historia “democrática” y de orden público que se intentó vender en Chile antes del golpe. Es como exactamente parecida la narrativa y peligrosa por cierto. Dentro de eso hay que instalar el debate por la policía, pensar en abolir la policía es pensar cómo vamos a construir relaciones políticas distintas, es pensar cuál es el lugar del orden en la sociedad, y quienes van a ser los garantes del orden. Ese es un debate súper grande. En Chile la urgencia no pasa por reformar, pasa por desmantelar el aparato policial y eso nos lleva directamente a las razones del estallido, que tienen que ver con el modelo. No existe una forma en que los problemas de la sociedad chilena no se crucen con el modelo, entonces desmontar la policía significa desmontar un pilar que ha instaurado ciertos gobiernos sobre los individuos. No es menor, es decir, es volver a repensar  la seguridad. Entonces, la idea no es deprimirnos, sino que nos invita a repensar los escenarios posibles que vamos a heredar, y que probablemente la Constitución no va a solucionar, pero la Constitución tiene que abrir ese debate. En realidad, la Constitución corre el peligro de convertirse en un mito fundacional de un nuevo Chile, pero un nuevo Chile concertacionista, un nuevo pacto neoliberal o un nuevo neoliberalismo. Entonces, para poder abolir, tenemos que proyectar los escenarios posibles respecto a cómo repensar la policía. Desmantelarla es volver a pensar qué es lo que  domina el orden público en las sociedades neoliberales.

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* Javiera Campos es Cientista Política y Magíster en Ciencia Política. Investigadora del colectivo Desclasificación Popular e investigadora de la Corporación Memoria Borgoño.

**Luciano Sáez Fuentealba es Estudiante de Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Magíster en Ciencias Sociales y Magíster en Psicología. Investigador del colectivo Desclasificación Popular.

Notas

[1] Para saber más sobre el trabajo del colectivo «Desclasificación Popular», puede revisar su sitio a través del siguiente enlace: https://desclasificacionpopular.cl/

[2] “Las FF.AA. y de orden quemaron todos los archivos de la represión de la dictadura cívico-militar de 1973 a 1990. Incluso, se supo cómo se quemaron microfilms de la DINA y CNI, siendo que dicha documentación fue pedida por el Poder Judicial y todas las organizaciones de Derechos Humanos. La incineración y destrucción de archivos es posible porque se hizo una ley especial en 1989: la ley 18.771. Ley que reformó el Decreto con Fuerza de Ley n° 5.200 de 1929, Sobre Instituciones Nacionales Patrimoniales Dependientes del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural. En donde su artículo 14 permite a las FF.AA. y de orden quemar sus archivos y no llevarlos al Archivo Nacional. De esta ley y de este artículo, las Fuerzas Armadas y de Orden han realizado circulares y reglamentos de documentación, en donde hay especificaciones de destrucción de archivos.” Desclasificación Popular. 2019. Sobre la quema de archivos de las FF.AA. y de orden. (Disponible en: https://desclasificacionpopular.cl/wp-content/uploads/2019/12/Sobre-reglamentos-de-las-FFAA-y-de-orden-QUEMA-DE-ARCHIVOS-12-de-dic-2019.pdf)

[3] “Cómo los archivos en microfilme de la dictadura de Pinochet se hicieron humo, es el nombre del reportaje de la periodista y académica de la Universidad de Chile, Pascale Bonnefoy, quien denunció mediante este artículo la quema de archivos que almacenan información de los principales organismos de inteligencia que operaron en dictadura.” P. López y K. Palma. 2017. Pascale Bonnefoy: “Cualquier archivo que se haya quemado sobre la dictadura es relevante”. (Disponible en:https://radio.uchile.cl/2017/11/02/pascale-bonnefoy-cualquier-archivo-que-se-haya-quemado-sobre-la-dictadura-es-relevante/ ).

[4] En el contexto de esta entrevista había ocurrido hace pocos días el caso de Anthony, joven de 16 años y residente de la población Bajos de Mena de la comuna de Puente Alto, quien fue lanzado al río Mapocho desde el puente Pío Nono por el carabinero Sebastián Zamora, en medio de la represión por parte del aparato policial a la jornada de protesta que se realizaba en Plaza Dignidad el día viernes 2 de octubre del 2020.

[5] “Cartografías de la Represión” es un proyecto del equipo de Desclasificación Popular que busca recopilar y sistematizar antecedentes sobre violaciones a los Derechos Humanos con el fin de referenciar espacialmente las diversas formas de represión ejercidas sobre personas y/o colectivos en el actual contexto de movilización social. (Más información en el siguiente enlace: https://desclasificacionpopular.cl/?p=213 ).

Etnógrafa. Actualmente trabajo en investigaciones etnográficas sobre cuidados, trabajo reproductivo y maternidades con mujeres-madres que viven en barrios de bajos ingresos. También soy integrante del equipo editorial en carcaj.cl y tengo un proyecto de solidaridad testimonial sobre experiencias con bulimia (@escrituras.bulimicas en instagram).

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