Foto: @pauloslachevsky (detalle)

31 de octubre 2023

Movimientos ópticos  

por Diego Carvajal

Desde los primeros días de revuelta (2019) los medios de comunicación televisivos no han hecho sino que mediatizar y (des)politizar el contexto social-espacial, de manera decisiva, estratégica e intensiva. No sabiendo que en el transcurso de las protestas habría un disenso radical y progresivo al régimen de veracidad que los medios informativos hubiesen contenido de la postdictadura al presente: “la tele miente” / “apaga la tele”. Pero no es la “tele” en general, sino las mediaciones rigurosas de violencia e inseguridad que las noticias (y su espectáculo “escópico”) instalan como espacio de consumo, subjetivación y control.  

Es así como el día viernes 18-O ya teníamos en CNN noticias, la puesta en escena de la “horda que atenta contra la propiedad pública y privada”, designando rápidamente desde ahí al sujeto joven como delincuente que, bordea la animalidad de la horda y el espacio mismo de la “irracionalidad” de aquel que practica la evasión; es decir, unx que evade la soberanía económica y el paterfamilia, a saber: una infraestructura del capital, mercancía urbana, símbolo del flujo corporal mecanizado-tecnológico. Espacio agotador, estetizado del sufrimiento y del suicidio, plusvalía del espacio del trabajo movido en la ciudad. Aquí donde se trabaja desde el celular, se consume un tiempo y un espacio, se leen imágenes, se informa, se capitaliza un saber mediático del recorrido y se trabaja un tiempo que no se paga. Aquí donde una noticia o imagen (de La hora) puede ser un desecho y “anécdota” entre una estación y otra, que luego boto en la basura del mismo Metro y su discurso de RSE. Sin embargo también hay afección y potenciales secundeos.     

En el contexto de emancipaciones y movimientos sociales de Octubre 2019, la evasión demuestra un acto de resistencia que difiere de las emancipaciones Pos-Transantiago (2007) que tenían como objetivo evadir para viajar, molestos ante el extravío geográfico que implicó el cambio tecnológico, político y económico de la intermodalidad. En el 2019 se evade no para viajar, sino para evidenciar críticamente el capital como discurso-práctica de violencia y de desigualdad. Se evade desde y con el cuerpo el momento de la transacción, como forma de validación (verdad o representación) del Metro y de toda una sociedad.

Porque cuando el  ex Ministro Andrés Fontaine (Economía), dice que hay que levantarse más temprano, trátese de una tensa historicidad neoliberal, por supuesto, pero también de la sensibilidad de la vida y su productividad en la ciudad. Por eso no es menor que desde hace varios años el Metro, desde el Transantiago en adelante, se ha ido ritmando este “ir más rápido de la casa al trabajo” o “El Metro más cerca de su trabajo” con los sistemas de luces y colores y estaciones intercaladas; mostrando un esfuerzo de orden técnico-político para optimizar, la conexión y producción casa-trabajo/trabajo-casa. Porque la movilidad aquí es también utilidad de trabajo, es “tiempo de la vida a la producción” como plantea Carlos Ossa[1]. De hecho, empíricamente, todas estas campañas han incentivado que el levantarse más temprano pueda ser una posibilidad de optimizar trayectos largos. 

Levantarse más temprano implica una inversión de tiempo en el espacio-tiempo que hoy está en deuda. Dicho de otra forma, levantarse más temprano, en términos corporales, implica además acostarse más temprano. Una vida ligada al tiempo de trabajo, a la producción de sus energías, recargas y al pensamiento de estas. Cuando se llegue a casa después del trabajo y de la movilidad-trabajo, se seguirá trabajando, aun en el descanso, pensando en el trabajo por medio del entretenimiento y la reproducción energética del cuerpo en momentos de ocio; como una energía objetual-corporal ligada a la carga y el tiempo (conflictivo) que nos falta para la (des)carga de los celulares, y que nos preguntamos tal vez: ¿Cuánto me queda de carga o de memoria (abstracta)?

De esta manera, la casa más cerca del trabajo es instalar una percepción y orientación de la ciudad. Un imaginario (inestable) de una ciudad sin subversiones y desvíos del movimiento, que sólo ofrece miradas panorámicas de la ciudad. No por nada, desde el Transantiago y su fracaso hasta el 18 de Octubre, la evasión y sus efectivos anti-evasión en el Metro y en la micro, ha sido una práctica instituída de cuidado y advertencia diaria. Todo esto, quizás, para resguardar el tránsito y extinción del capital moneda para pasar al uso de una tarjeta bip, y así moverse y consumir espacios-tiempos diagramados por la economicidad de la intermodalidad: no se evade ante el extravío del recorrido, se evade un espacio combinado de la vida. 

Por eso que el medio (CNN) ese día pone harto énfasis en que se hará persecución penal como condición para restablecer la seguridad y la propiedad pública, puesto que quien infrinja dicho espacio y propiedad públicaestaría al margen de la ley. Habla Gonzalo Ubilla en ese mismo medio, alineado con la retórica del canal y del momento. En ese mismo programa, sale la persona del Sindicato del Metro, diciendo “esto es político”, no es antisocial, pero entrelazado con que “no hay que perder el punto: el Metro es un espacio de integración socio-urbana de equidad…técnico político, no hay que sobredimensionar” (Asesor MINVU); instalando al Metro como una infraestructura valiosa para el desarrollo de la ciudad, y que bajo el “gesto delictual” se altera el progreso y desarrollo de los territorios que supone su emplazamiento. 

Luego, ahí mismo en CNN, hacen un programa de debate, en donde como siempre sitúan a la política en la espacialidad del partido (político), estando los a favor a un lado, y los otros en el otro lado. Estarán de un lado o campo “Chile 21 no acepta la acción” y Fernando Atria “este es un problema político-económico” instalando una visión más crítica; que sin embargo queda evacuada en la espectacularidad del enfrentamiento de una pantalla dividida en dos, cuando argumentan en su eventual disenso. Lo mismo pasa en los programas de debate político de TVN y C13 los días domingos a la hora del desayuno. 

En esos momentos se decreta estado de emergencia en Santiago, es decir “orden y seguridad” según Mario desbordes de la UDI que, también habla en ese momento del programa. Luego se decreta estado de excepción, que fue el ordenamiento suspendido: el “guardarse” jurídicamente para dejar hacer en las calles, tal como se deja hacer o “suspende la norma” en las “poblaciones peligrosas” que colindan con cuarteles de la PDI. 

Al día siguiente por TVel Estado llama a sacar los escombros de las calles, disputando el campo del sentido y la veracidad. Así, era/es necesario poner la figura de la minoría/infancia delincuencial. Había que poner todo el esfuerzo en reforzar la idea de que se trataba de un grupo menor “muy peligroso” y de que la mayoría ¿“la unidad”, “el país”? estaba aislado de lo sucedido. Y de que era necesario/lo fue, la noche anterior, con el estado de excepción, dejar esto en manos de las fuerzas del orden: “hay que limpiar la ciudad” “la gente quiere paz”, dice Karla Rubilar, que hasta entonces no había asumido como Ministra Vocera de Gobierno. 

Increíblemente ya se iba acabando el día sábado y teníamos que abandonar el espacio público. Teníamos que pasar la noche replegados en nuestras casas, de lo contrario estaríamos subvirtiendo el espacio militar tan esperado y convocado por muchos (neo fascismos nacionales y más). Sucumbía y resonaba el recuerdo de la normalidad dictatorial del toque de queda, del golpe a “la lengua”(Marchant), y su vibración actual y conmemorativa. 

En los medios (varios) habla el jefe de la defensa nacional Javier Iturriaga y repite el concepto normalidadde forma repetida: que hay que recuperarla por medio de la fuerza militar ya que están ante un peligroso enemigo, supuestamente organizado, armado y con capacidad de destrucción[2]. Evidentemente que para los medios de comunicación la salida de militares a la calle no es problemática, es validada ya que no es ajena a la técnica cinematografía y espectacular del drone, ángulo, montaje de escalas y softwares de proyección figurativa. 

Esa tarde del sábado (19) se activan masivas y pacíficas “concentraciones” en varias comunas de la ciudad. Hay un sentimiento de desobediencia civil al “toque” ya que parece excesivo, represivo al tiempo que doloroso en términos de memoria. En la tarde noche, previo al toque, se disputa el sonido del helicóptero con la vibración territorial y política del cacerolazo: Vibración ininterrumpida que saca a la gente a la calle y articula el diálogo vecinal, disputando el miedo al contacto tan acostumbrado de la vida cotidiana en tanto seguridad y domicilio. El caceroleo es la interrupción sonora-política del silencio urbano excepcional y del sonido mediático que a las 9 de la noche invocaba a estar viendo noticias. Se hacían “despachos” en vivo, donde el periodista, la cámara y la imagen van por detrás de la línea de disparo, en la conjunción fuerza-imagen militarizada.

El sábado 19 se cierra todo temprano ocupando el viejo y efectivo recurso del desabastecimiento, así tensionando a la población en sus lugares de vivienda y desorganizando también la vida cotidiana que se mantiene a propósito de la compra. Esto se derrama al espacio y a los negocios: La gente se peleaba, hace cola y recuerda la historia chilena y la justificación montada del golpe de Estado del 73. Se genera incertidumbre, la gente compra todo lo que puede y los negocios grandes no abren, castigando políticamente la sublevación que obstruye la normalidad del mercado y sus interacciones mecánicas. 

El día domingo 20 se hace cuenta regresiva del toque de queda formando un espectáculo inigualable, muy esperado y llevado a escena en programas como el “tío Emilio” en C13 “en su propia trampa” o el programa de Carabineros en CHV “Alerta máxima” donde se muestran persecuciones, capturas, operativos y subrepticios “estigmas”, cuando van con una cámara subjetiva desde la Radio Patrulla, mostrando; en primer lugar, la subjetividad del carabinero y el montaje y el rendimiento de una acción “unida” (emisor-receptor), y en segundo lugar, representando la confrontación de guerra de forma simplificada y reductora de las categorías políticas en cuestión. 

Ese mismo fin de semana la UDI ya hablaba de desabastecimiento, miedo y de las chaquetas amarillas en defensa del capital. ¿Qué nos dijeron?: Que la única organización vecinal/territorial posible es la defensa de lo propio, y en eso la defensa de una vida de interior, atemorizada y recauchada en una simulada paz ejercida como violencia urbano-corporal. Ese fin de semana, también por CNN noticias, como forma de argumentación teórica-conceptual, llevan a Carlos Peña para urdir, creemos, el propio argumento político-mediático con la fundamentación de la academia y la irracionalidad pulsional de la revuelta. Entre “semantización e inmediatez[3] esta vocería tuvo bastante aceptación. 

Desde la Moneda/medios, trátese del todo versus el otro minoritario, diciendo Piñera: “hay que tomar partido”, no hay que “tener ambigüedad”, tal como lo hacía Bush luego del 11 de Septiembre, en lo que terminaría en la instalación y declaración de una posterior guerra. Es así como desde la unidad, a tres días de las evasiones, Piñera en cadena televisiva de horario prime, plantea: “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, que está dispuesto a usar la violencia sin ningún límite”. Frase que pareciese fuera de lugar e incendiaria, pero llena de teckné como la frase de los “30 pesos”. 

Despertamos un día lunes (21) después de otro toque de queda y en la tercera noche de toque de queda. Todo parece estar en directo y se muestran imágenes repetitivas de los hechos del día; más allá de todo el tráfico de información devenida del celular. Pero se insiste en lo siguiente: nosotros queremos el diálogo el resto no (Rodrigo Ubilla) y que los 15 muertos del momento estaban delinquiendo, entonces sus muertes eran legitimas al igual sus encarcelamientos[4]

Pasando esa semana entre (a)normalidad, vorágine, de afecciones y emociones dispares, consternadxs, pero en el tiempo de lo político, el día viernes 25 hay una marcha donde se desborda el concepto minoritario-infante en lo mayoritario-masivo y en una demanda múltiple de temas y generaciones. Por eso que Piñera se abalanza cínicamente a favor de la marcha, intentando abrazar esa unidad y multitud, e intentar separarla. A propósito de eso, y ya culminado el evento, fuerzas militares hablan del comportamiento de los manifestantes, desde un “se portaron bien”, como forma de afirmar su niñez, y al día siguiente levantar el toque de queda. 

En ese contexto, el lunes 28 se hace cambio de gabinete (en “cadena”), y Piñera dice: “Chile cambio y el gobierno también tiene que cambiar… sanar las heridas del cuerpo y del alma y ciudadanos que no quieren destruir la justicia y la paz (…) Un dialogo amplio todos pueden participar. Lo mejor de nosotros es la unidad y grandeza porque la historia de nuestro país nos ha demostrado que cuando cosechamos violencia cosechamos odio. Dejar de lado la violencia y la pequeñez, las puertas de la esperanza y la inmensa mayoría cuidemos la democracia”. La nota (MEGA) cierra con caluroso y sonriente abrazo de Chadwick[5] y Piñera. 

Mas tarde y como se había levantado el toque, a propósito de la marcha del super lunes, la cobertura de CNN trataba de instalar la pregunta si ¿era posible volver al toque de queda? y ¿dónde están los militares?; instalando la advertencia constitutiva que dejó la buena imagen de la operación político-militar. No por nada, en los primeros días de Noviembre, desde el gobierno se afirma “el estado de emergencia era necesario”. En estos días además, la marcha se moviliza a otros puntos hacia arriba y Carabineros refuerza el Costanera Center, como un punto de corte inmunológico de clase de la ciudad, defendido por los “chalecos amarillos” nacionales, y todo su anclaje racista y de clase.  

Por otra parte, en CNN-CHV, en días de muchos heridos, Enrique Bassaletti plantea que “los Carabineros están sosteniendo el Estado de derecho” justificando el accionar, ya que los “balines son herramientas del Estado y en Occidente”, son “un principio de objetividad”. Muy cercano a un discurso “de ciencia” Bassaletti, unos días después, habla de una “sociedad enferma de cáncer”, haciendo una analogía entre la quimioterapia y la radioterapia como forma de “extirpar” objetivamente el tumor, mostrando unas biopolíticas que se actualizaban y  enlazaban con el periodo dictatorial Chileno del “hacer morir” o de sus reversos negativos.     

Así, de forma polifónica, en los medios (TVN) pasamos de la noticia de DDHH, a la deuda del Metro en reparación y la plata que hubiese rendido esa reparación. Se habla de la pyme y su no funcionamiento, del “frenazo” económico (Ignacio Briones, Ministro de Hacienda) que hay que normalizar o renormalizar. Por su parte, Piñera advierte “los vamos a buscar”; “unos pocos nos han robado” Cristián Monckeberg (MINVU), insistiendo con el discurso del saqueo y la alteración de lo común.  

En sincronía con lo anterior, en Noviembre-Diciembre-Enero se incrementa la violencia político y policiaco/de excepción dado que según Mario Rozas, “la violencia ha sido inusitada” y su actuar es: en defensa. Empiezan a aparecer torturados y los casos de ojos mutilados y su doble posibilidad, a saber: a nivel ideológico en torno a un cuerpo objetivo (enfermo), y en el sentido político-estético que implicaba mutilar un ojo; una potencia sensible y esquiva que sería lo que -según Bassaletti- habría que extirpar. 

Pese a estos terribles hechos la movilización de este periodo siguió un tiempo más, porque no solo se trataba de un órgano ocular fijo[6], se trataba de un movimiento de mirada, de una expresión, una reconfiguración o disenso de lo visible, aunque fuese momentáneo. Mirar como una acción y movimiento óptico ante el control de las imágenes y sus componentes de veracidad, sus formas de visibilidad e invisibilidad, ya sea en la ciudad o en otras entidades vivientes. Una forma de observar grises, empalmes, links y (dis)continuidades del pasado y presente, pero también una posibilidad de imaginar estrategias y nuevas alternativas de habitar. 


[1] Ossa, C, 2017. El ego explotado. Capitalismo cognitivo y precarización de la creatividad, Santiago, Ediciones Facultad de Artes, Universidad de Chile

[2] RUF “reglas del uso de la fuerza”; las “Armas no letales”. 

[3] Ossa, C. 2004. El vocerío arrogante. Comunicación y medios, (15), p 59.

[4] Desde Abril a la fecha (fines del 2021) presxs de la revuelta, así como todxs lxs encarceladxs de las cárceles chilenas no tienen visitas. Esto eventualmente, por la situación del COVID, pero evidentemente como una medida de aislamiento, y de doble castigo-golpe; un aislamiento político y sanitario.   

[5] Miércoles 11 de Diciembre Senado aprobó acusación constitucional, por haber permitido y tolerado políticamente la violación de DDHH en el contexto de la protesta y movilizaciones sociales. 

[6] Durán Rojas, C. & Vetö Honorato, S. (2021). La “rostridad” en el estallido social chileno de 2019: acerca de la estrategia político-policial de mutilación ocular. Logos: Revista de Lingüística, Filosofía y Literatura, 31(1), 202-217. doi.org/10.15443/RL3112

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