Imagen: "La Caverna" del proyecto "Si No Me Dejas Soñar, No Te Dejaré Dormir" / Anna Da Sacco (@annadasacco)

26 de abril 2020

Notas sobre tiempos sombríos

por Jorge Díaz

«En los tiempos sombríos, ¿Se cantará también?. ¡También se cantará sobre los tiempos sombríos!» 
Bertolt Brecht

Preludio

Estábamos en el fragor de la revuelta, cuando la epidemia nos asoló. El neoliberalismo se había puesto por primera vez en jaque y el coronavirus llegó como una falsa promesa del norte del mundo para que dejáramos las calles y nos encerráramos en las casas. Cambiamos las capuchas por las mascarillas. Primero se infectó la gente que fue de vacaciones a Europa, sus comunas fueron decretadas en cuarentena rápidamente. Todas las demás importan menos a las autoridades del gobierno. A más de un mes del inicio de la pandemia, ninguna comuna popular tiene una cuarentena completa y los contagios siguen. Trabajo en un laboratorio de investigación molecular, en una facultad de medicina, estudio vías de señalización, puzles moleculares que explican los aumentos en la migración de cánceres y de células nerviosas expuestas a la inflamación. El trabajo en el laboratorio está interrumpido. Se congelaron las células, se guardaron las proteínas, se detuvieron las planificaciones y entramos en cuarentena y con la cuarentena entramos a otro tiempo. Estas notas son un intento por patentar ese tiempo que se escapa en este otro tiempo, el tiempo de la pandemia. Dejar notas para organizar ciertas ideas, para describir el cotidiano, para compartir información, aligerarnos la pena. Las notas no son nunca definitivas, el pensamiento cambia, la escritura se edita constantemente, no hay texto definitivo, aprendemos de los borradores. Para no sobresaturar, se escribe, para exponer lo que se piensa solo, lo que se piensa acompañado. Escribir es organizar un silencio que se acumuló y resonó en conexiones que urgen pasarse a palabras.

1.

Pequeño apocalipsis

Comienza el primer toque de queda de la pandemia. A diferencia de los toques durante la revuelta, este es un toque militar e inmunológico, que de alguna manera es lo mismo, porque el lenguaje de la inmunidad, las defensas y los anticuerpos, nació desde el vocabulario de la guerra, la idea del enemigo que debe ser atacado, del ejército organizado para la destrucción, aparece en cada momento que hablamos de la enfermedad o la pandemia, no digan que la ciencia es neutral. Despertamos con la imagen de cientos de obreros que esperan la apertura del metro para subirse a riesgo de contagio y continuar con su explotación, con el debilitamiento de su salud, con el descarte de su seguridad, con la poca importancia que tienen esos cuerpos para nuestra sociedad. El estado cotidiano se ha transformado en una realidad pesadillesca, el sueño es pesado y la vigilia una letanía eterna, el apocalipsis se ha hecho presente. ¿Por qué ese discurso del fin de los tiempos nos recorre siempre? ¿Por qué si todavía esa perversión sexual de la que tanto habla el apocalipsis y sus relatores de la falsa moral, aún no ha llegado?. Pienso que el mundo ya se ha acabado muchas veces, para muchas personas, desde distintos tiempos, cada uno incuba su pequeño apocalipsis. Antes de la cuarentena, antes que entraramos en esta especie de auto reclusión medieval, vi la primera película hecha por la cineasta Carolina Moscoso que se llama Visión nocturna. El documental, alterna registros caseros de la misma artista, que es violada en la playa cuando va con un grupo de amigos a pasar un fin de semana. No es victimizante ni morboso: todo está muy bien armado bajo ciertas reglas que no se ven, tiene un tono medieval en esas historias que se cuentan, dejan una enseñanza y se van. Las historias importantes son siempre las historias del malestar. Al término de la función Carolina dijo: y tenemos que traer al presente a las muertas, recordarlas, porque después de todo lo que me pasó, yo pensé….. y seguí viva. Muchas mujeres luego de ser violadas, son asesinadas, ahí termina su vida, ese fue para muchas su pequeño apocalipsis. Quisiera que esta peste que vivimos, que estos virus que se propagan sin ley, atacara a esos violadores, a esos homofóbicos, a esos que nos han maltratado, que nos han hecho sentir vergüenza y miedo, que han hecho que mejor olvidemos estas historias para no vivir siempre con ellas presente. Las historias de las infecciones mundiales nos obligan a hacer una pausa, a detenernos por un momento, a evitar la incubación, que es el momento desde el que adquieres el virus y comienzan los primeros síntomas del contagio. El virus podría mutar y convertirse en buena persona dijo el obsceno ministro que nos entrega cada día la cifra de los contagiados. Es posible que mute, ya ha ocurrido muchas veces, hay especies que viven con virus mutados y han aprendido a vivir con ellos, aunque no siempre es una relación de mutualismo, a veces lleva también a la extinción y al sufrimiento. Si fuera así, desearía que mutara y adquiera especificidad contra todos esos perversos que odian a las mujeres, a todos los tipos de mujeres que existimos. Queremos un poco de justicia microbiológica para que el SARS-CoV-2 haga lo suyo. Soñamos despiertos ante una realidad inminente del desastre. Cuando no hay frontera ni futuro, la ficción nos rescata con su posibilidad de la imaginación. Hagamos, entonces, nuestra justicia con la ficción.

2.

Los virus imponen una complejidad para la clasificación. Están entre lo vivo y lo no vivo. Son un proceso, no son una entidad biológica propiamente tal. Esto supone un desafío para entenderlos.Porque si bien es cierto que para que haya vida, es necesaria la muerte, la muerte posibilita la vida, los virus ni siquiera están muertos porque para eso se necesita antes haber estado vivo. Siempre hay algo no-vivo dentro de lo vivo. Me llama la atención ese problema, para una ciencia que siempre necesita clasificar rígidamente, vivir en ese proceso. Creo que los disidentes sexuales hemos vivido entendiendo que la realidad no es blanca o negra y que los procesos cambian las realidades. Además el lenguaje de las disciplinas está lleno de expresiones que hablan de las realidades cambiantes como las transiciones (el paso desde “a” hacia “b”, donde aún no se logra ser “a” ni “b”), los estuarios (donde se junta el agua salada del mar, con el agua dulce de un río), una conurbación (ese territorio que limita a dos ciudades, cuando termina una y comienza otra), entre otros. Los virus desbordan una frontera.

3.

No todo el mundo tiene un hogar donde pasar la cuarentena, para muchxs la calle es el lugar donde pueden estar, donde siempre han estado. Esto es más que evidente con los migrantes de centroamérica que tienen que vivir hacinados, muchos ocupan su casa solo para dormir unas horas y salen a trabajar, hacen su vida completa afuera de la casa. Muchos de ellxs llegaron con la promesa del paraíso neoliberal que es Chile, un neoliberalismo atractivo, plástico y cruel. Ganan dinero a costa de su salud y explotación. Sacrifican en sus necesidades básicas y juntan dinero para enviar a sus hogares y familias. Chile es un país carísimo, los precios de los (malos) servicios y necesidades básicas son excesivos. Vivo en un edificio en pleno centro de la ciudad donde hay un cine tripleX y unos cafés que son frecuentados principalmente por personas migrantes, son seguramente los únicos lugares donde pueden disfrutar un rato luego de tanto trabajo. Los fines de semana sufren mucho del hostigamiento por parte de carabineros quienes siempre los humillan y violentan. Durante la cuarentena estos lugares han sido cerrados y clausurados y han circulado opiniones que se alegran porque los consideran espacios para la infección. El discurso de la higiene siempre es un discurso racista. En estos días de reclusión, la represión ha estado muy fuerte  y las personas que salen a tomar aire, porque sus casas están llenas de otras personas que, en situaciones normales estarían en sus trabajos, han sido fuertemente castigadas. Cualquier grupo de haitianos que se mueva es rápidamente detenido a pesar de los gritos que intentan detenerlo. El toque de queda es un tiempo para la tortura y la excepción de la violencia policial. Una amiga que vive a metros de mi departamento me habla de las travestis que hacen la calle cerca de la plaza de armas y que ahora están siendo aún más perseguidas, acosadas y violentadas. Ha salido un discurso que tenemos que agradecerles a carabineros por su ayuda en estos días de pandemia, como si pudiéramos olvidar toda la violencia sádica que han ejercido y siguen ejerciendo por siempre en nuestro país. Necesitamos replantear nuestra forma de vida urgentemente, el nacionalismo en tiempos de pandemia, donde cada día las autoridades se enorgullecen que tenemos menos muertos que en Brasil o que se hacen más test que detectan el coronavirus que en Argentina, ayuda a promover el racismo y el prejuicio contra las personas migrantes.

El virus desola las calles de santiago en cuarentena y la injusticia nacionalista de los pacos también.

4.

Muchos disidentes sexuales vivieron su juventud en una especie de cuarentena. Para no ser atacados, acosados o discriminados prefirieron vivir años encerrados en sus casas y así no sufrir la violencia reiterada por sus afeminamientos o masculindades torcidas. La cuarentena no es una experiencia completamente nueva para todxs.

5.

Amanece nublado en este nuevo día de cuarentena, las gotitas espesas se condensan desde el agua de la neblina, parece que estamos viviendo la edad media. Dicen que fue un período de oscurantismo aunque la verdad es que fue un período de gran florecimiento de las artes y las ficciones. Las novelas de caballería y la evasión de la realidad. Llegó el momento de alterar las ficciones, no todo sigue los 12 pasos del héroe. Difícil cuando no hay futuro y el presente se dilata como pesadilla. Amanece en este primer día de la cuarentena y nos recuerda que se viene el frío, el invierno, las enfermedades respiratorias, tenemos una suerte única. Por la misma ventana que miro esta tranquilidad, hace poco había fuego y balines. Hace poco el llamado era estar en la calle y hoy, las fuerzas represivas están afuera de nuestras puertas evitando que salgamos. Los balines mutaron a virus, la vigilancia mode on. La vida online y la vida offline. Si antes sabían lo que tecleábamos en nuestras redes, ahora quieren saber también la temperatura del dedo que teclea. La inflamación siempre es sospechosa. Amanece la injusticia en esta orilla que somos, amanece la primera cuarentena en esta pequeña isla de injusticia al sur del mundo llamada Chile.

6.

¿Quiénes son lxs virus? 

Las mujeres, las maricas, las trans, las lesbianas, las que tienen sida, las migrantes, las disidentes, las depresivas, las que alguna vez han tenido una ITS (¡¿quién no?!), las invertidas, las raras, las mujeres solteras, las sodomitas, las pobres, las que marchan, las que critican, las calientes, las demasiado introvertidas y las demasiado hiperventiladas, las alcohólicas, las que se pierden, las sin casa, las que abortan, las putas, las que viven en las comunas sin cuarentena. Los virus, al igual que todas estas otras identidades, adquieren su condición a través de la validación de la vida biológica y la vida política. Todo quien no sea un hombre heterosexual, poderoso y validado, es un virus. De hecho, los virus han sido por siempre entidades inclasificables, están en una transición, entre lo vivo y lo no vivo, no han sido considerados ni siquiera como seres vivos porque necesitan de un hospedero para reproducirse. Se consideran parásitos porque desestabilizan la “higiene” de una nación. Lo que sí sabemos es que los virus contagian y desorganizan los equilibrios. Quizás sería bueno pensar de otra manera los equilibrios. El discurso higienista construyó un relato de la nación como un territorio aséptico. La sodomía se entendía hasta el año 1999 como un peligro para la salubridad del estado. Una sociedad completa declarada como sodomita, porque con sodomía no sólo querían hablar de la penetración anal sino también de todas aquellas identidades que promueven en las letras, en las calles y en las imágenes a la insubordinación política. Quienes desclasifican los órdenes establecidos. El sodomita es todo aquel que se vuelve insurrecto a la higiene de la nación. Coronavirus, como todo epidemia, no construye un relato nuevo sino que cataliza la injusticia presente. Los virus no tienen la culpa, la culpa es del capitalismo. Los virus no pertenecen ni a los salubristas, ni a los biólogos, ni a los filósofos. Los virus siempre han querido ser desaparecidos aunque nunca se podrá.

¿Quiénes somos los virus?

7.

«Conspirar” quiere decir “respirar juntos”.

Vivimos un tiempo pandémico donde respirar se ha vuelto tan complicado como conspirar.

8.

Tristina Contagiosa

El médico indio Vikram Paralkar, el año 2014 escribió el libro “Las aflicciones” donde se presenta el importante descubrimiento que hace un bibliotecario en su primer día de trabajo. Ahí, buscando entremedio de los libros, encuentra una enciclopedia de enfermedades raras e inexplicables. Una de estas enfermedades se llama “Tristinia contagiosa”. Esta patología, nos explica el libro, se aloja como pequeños viriones en los pulmones y su contagio se debe al traspaso entre las personas al respirar, por lo tanto, puede causar rápidamente una epidemia por su alta capacidad contagiosa. La enfermedad incuba en las personas una profunda tristeza, lo que las lleva a las tabernas a beber litros de alcohol. En esos lugares se expande la peste y cuando el alcohol ha acabado, vuelven, ebrios de melancolía, tambaleándose a sus casas. Todo trabajo se paraliza, inclusive lxs niñxs dejan de jugar. Esta tristeza inspira de manera sobrenatural a la población, florecen los poemas y las pinturas, los fotógrafxs capturan la melancolía, los cineastxs el dolor de un pueblo, lxs escritorxs generan los mejores textos del siglo. Toda clase de arte emerge como la cura colectiva a esta “Tristinia contagiosa”. Una vez que la epidemia ha terminado, las autoridades mandan a quemar y destruir todo lo que se produjo durante la cuarentena. No vaya ser cosa que los vapores de las cenizas sigan contagiando en el presente a la población y la hagan cómplice de alguna rebelión frente a la tristeza. Se busca, en la vuelta a la normalidad, que toda esa producción desaparezca y que sea borrada de la memoria colectiva. La historia de las pestes, están contadas desde la melancolía de lxs historiadores que no pueden evitar ser parte también de este contagio, cuenta el médico en su libro. El conocimiento de esta enfermedad, pudo obtenerse desde las pocas obras que se salvaron de la hoguera. El problema es que los viriones de la “Tristinia contagiosa” quedan en la superficie de esas obras y cada vez que se quiere volver a ellas para contar la enfermedad, inevitablemente se termina bebiendo alcohol como una manera de apagar ese ardor melancólico que deja esta infección. Las ficciones en tiempos de calamidad, son el mejor arte que un pueblo pueda producir antes de volver a esa falsa idea de “normalidad”.

9.

He estado leyendo sobre el virus SARS-CoV-2. Si bien mi experticia no es la virología sino la biología celular, he desempolvado los cursos de interacción virus-hospedero y de microbiología para poder entender esta nueva pandemia. Leer lo que más pueda para comprender esto que está pasando, desde biología a filosofía, todxs estamos buscando pistas. No es necesario ser experto para entender sobre los virus, además, los virus son una entidad bastante extraña dentro del mundo de la biología. Lo que he averiguado es que en medio de la pandemia en la que está el mundo entero, hay muchos laboratorios del área de la virología que están tratando de entender cómo se asemeja este virus al coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo del que ya se tiene un poco más de información. La información genética del virus, su mapa molecular se descifró hace muy poco, en enero de 2020 y desde ahí se tomó la información para realizar los test que detectan su presencia en las personas. Se sabe que los coronavirus ingresan e infectan las células a través de un receptor particular, generalmente este receptor está en los pulmones donde este virus ejerce su más maligna función. Pero al parecer SARS-CoV-2 no se comporta de una manera tan simple o no de la manera que se tenía pensado en un inicio, esto es, entrando a las células pulmonares con un receptor particular y destruyendo los tejidos. Ahora se ha demostrado que estos receptores a través de los cuales el virus entra, las llaves que les permiten abrir la puerta de los tejidos, también se encuentran en el cerebro. La mayoría de la información se ha obtenido hasta ahora de las autopsias de los muertxs, porque la información avanza día a día por las personas fallecidas en el mundo entero, ellxs son los materiales de estudio, una necro-biología estamos viviendo. A pesar que nada es tan concluyente porque estamos en medio de la pandemia y se necesitará tiempo para llegar a tener información estadísticamente significativa, sí se ha especulado que estos virus al tener receptores en el cerebro, puede que ingresen a las neuronas, ocasionen un edema cerebral y que eso haga que las otras funciones vitales dejen de funcionar. No siempre porque el virus entre y destruya el pulmón. Esto puede ser un mecanismo “neurotrófico”, es decir una señal cerebral se expande a otros órganos, algo así como que el cerebro le dice al pulmón que deje de funcionar y no que el pulmón se destruya por el virus solamente. Estamos a bastante tiempo de entender completamente cómo actúa pero hasta ahora se abren puertas de comunicación que no habían sido pensadas desde antes. El futuro de la humanidad depende literalmente de un virus.

(Baig AM, Khaleeq A, Ali U, Syeda H. Evidence of the COVID-19 Virus Targeting
the CNS: Tissue Distribution, Host-Virus Interaction, and Proposed Neurotropic
Mechanisms. ACS Chem Neurosci. 2020 Apr 1;11(7):995-998)

10.

Los ojos son la obsesión de muchas personas y la mía también. Con la capucha se podía comunicar con los ojos y la boca, ahora con la mascarilla sólo con los ojos se expresa. Estaremos un buen tiempo usando mascarillas, tendremos que hacerlas un accesorio más de nuestra vestimenta. Siempre vi imágenes de países ultradesarrollados donde se observaba a personas con mascarilla en la calle haciendo todas sus actividades y me parecía una imagen entre triste y futurista. Hace poco leí la crónica de una crítica de arte con coronavirus que iba al hospital de Madrid para saber si tendría que quedarse internada por la infección. Lo que más me gusta de su relato es cómo describe esa entrada al hospital con mascarilla y la relación de los ojos de las personas en el hospital. Narra cómo pudo darse cuenta del sufrimiento, la esperanza, el agotamiento o la acogida de las personas sólo por la mirada de sus ojos. La mascarilla obliga a todos estar así, solo desnudos de ojos. Los ojos comunican, expresan sentimientos. Los ojos miran y a veces no, hay ojos que evaden y otros que engañan. Ojos que no ven. Hay ojos que ven de otra manera, hay ojos en todas las partes de nuestra cuerpa. Hay ojos que bailan. Tendremos que aprender a darle más vida a nuestros ojos y expresar a través de la mirada. Siempre pensé de adolescente cómo sabría si otro chico también era marica y me di cuenta que con la mirada podía asegurarme. Ojo de loca no se equivoca dicen. El más extenso travelling, la película más larga que nos contamos todos los días ocurre en nuestros ojos, todo lo que vivimos lo registra nuestra mirada. Los ojos seducen y enamoran, aprendamos entonces a expresarnos también con los ojos.

11.

La tesis antisocial de la teoría queer con autores como Lee Edelman o José Esteban Muñoz (con sus puntos de crítica y encuentro), hace un tiempo viene cuestionando la idea de «futuro». Los recuerdo ahora en medio de la pandemia. De hecho, ellxs dicen que no hay futuro para nosotras. Podría explicarlo así: de la misma manera como existe una normatividad en las maneras de abordar el género y la sexualidad en la época contemporánea, también existe una crono-normatividad que piensa el futuro como la reproducción, los niños son el futuro. Las comunidades disidentes sexuales que no apuestan por la reproducción como proyecto de vida, no tendrían «Futuro» entendiendo el futuro como la promesa de la descendencia. Otra manera de abordarlo sería pensar que como el futuro siempre tiene la esperanza de algo nuevo, en general la política mira hacia adelante y olvida el pasado, porque en una normatividad del tiempo el pasado ya fue, ya se vivió y lo que ya ocurrió se desecha. Las disidentes sexuales vivimos en el pasado, es decir, vivimos un presente que hace del pasado de la resistencia sexual su guía y planilla de ruta presente. El pasado lo arrastramos al presente y los tiempos, por tanto, se enrarecen. De hecho, se puede estudiar, leer o involucrarse con la tragedia del sida para pensar la pandemia del hoy. Todos esos cuerpos, textos, imágenes, producciones y formas de sobrevivir patentaron las formas de existir en una pandemia como lo fue el sida. Ya existe ahí un archivo de la pandemia en los cuerpos arrasados por el sida. Estamos en un tiempo de relecturas y si bien estas teorías surgen en contextos de mucho mayor privilegio, es importante al menos conocerlas, leerlas y estudiarlas no como modelo a seguir pero sí como el archivo de disidentes que ya pensaron lo que es vivir sin futuro. “Sí, he estado pensando: vivimos sin futuro. Eso es lo queer” dice Virginia Woolf.

Coda
La nueva normalidad

Cuando comenzó el estallido y la revuelta se dijo que no podíamos volver a la normalidad porque la normalidad era el problema. Y era muy cierto. Solo el coronavirus logró aplacar la revuelta callejera y esa normalidad a la que no queríamos volver, no pudo imponerse. Pensamos que con el plebiscito entraríamos no a un nuevo tiempo pero si a convivir con un nuevo pacto social, nunca a la normalidad. Ahora, después de más de un mes de la pandemia, el gobierno insiste en imponernos la falsa y poco elaborada idea de una «nueva normalidad» que no es la normalidad a la que volveríamos luego de la revuelta sino la normalidad mientras bajan los contagios de la pandemia, se mueren las personas y viene esa recesión económica que tanto hablan. Mi gente ha vivido, generación tras generación, en recesión y la idea de una «nueva» normalidad nos parece mentirosa, manipuladora y cruel. Como dice Juan Rulfo, el escritor mexicano, es que hemos sido muy pobres. La normalidad no existe, la normalidad es una construcción que se adapta a la medida de quienes nos gobiernan y asesinan. La idea de normalidad en estos últimos meses nos ha enseñado que la normalidad es una invención, una ficción, un plan para que todo un pueblo que ha vivido humillado y maltratado se sienta ahora menos solo en su pobreza. Todo porque los poderosos del mundo tendrán menos dinero por un tiempo y la explotación será más salvaje. Nunca retornaremos a la normalidad ni mucho menos a una «nueva» normalidad. La «normalidad» no existe y si existe, no podemos ni debemos aceptarla jamás. La normalidad siempre atenta contra nosotrxs.

Santiago de Chile, 23 de abril de 2020

Biólogo, escritor y activista de disidencia sexual. Actualmente cursa un postdoctorado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

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