Lamina de "Micrographia", de Robert Hook

26 de abril 2021

La inmunidad desde ojos disidentes: no es una guerra, es una simbiosis

por Jorge Díaz

El siguiente texto fue presentado el día 20 de enero de 2020 en el Congreso del Futuro organizado por la Universidad Austral, Región de los Ríos, Chile.

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En Chile durante octubre 2019, comenzó una revolución social de la que no se tenía memoria en el último tiempo en país, marcando el inicio del fin de la transición “democrática” luego de la sangrienta dictadura de Pinochet. Fueron lxs estudiantes, con un predominio feminista, quienes iniciaron este proceso de cambio social llamando a evadir el transporte público cuyo precio había subido sin explicación: “no son 30 pesos, son 30 años” fue la consigna que encendió una de las más grandes insurgencias sociales de la historia de nuestro país. 

Esta insurrección cambió el modo de vida al que nos había acostumbrado el neoliberalismo de la deuda, el individualismo y el arribismo a un nuevo despertar colectivo donde se registraron las marchas y protestas más grandes de las que haya registro, además de cabildos ciudadanos auto convocados que proliferaron por todo el país. El 25 de noviembre de 2019 más de 1,2 millones de personas—solo en Santiago—repletaron las calles y, un año después, el 25 de noviembre de 2020 cerca del 80% de los votos de un plebiscito ciudadano aprobó la redacción de una nueva constitución política para el país, que será escrita íntegramente por personas elegidas popularmente. El fragor de las marchas fue el aliento a un nuevo tipo de relación en comunidad.

Fotografía tomada por la actriz Susana Hidalgo en octubre del 2019 durante las protestas del “estallido social” en Chile. La imagen se tomó en la antigua “Plaza Italia” que con el paso de los meses se convirtió en la llamada “Plaza de la dignidad”. Esta imagen se ha vuelvo un ícono de la protesta.

Durante los días del estallido social, el presidente Sebastián Piñera mediante comunicados públicos, en discursos en cadena nacional y en declaraciones en la prensa repitió y repitió que “estábamos en guerra frente a un enemigo poderoso”. Se instaló, por parte de las autoridades, la idea de un estado en Guerra frente a sus ciudadanos. Y así fue.  La insurgencia y el despertar fue cercenada por el horror de la represión y violación de derechos humanos que dejaron a dos personas completamente ciegas por directa responsabilidad de carabineros (Gustavo Gatica y Fabiola Campillay) y a más de 400 otras personas que sufrieron mutilaciones en sus ojos. El grupo Delight Lab, que realiza intervenciones lumínicas en distintos edificios y construcciones del país, propuso la frase “No estamos en guerra” durante los primeros días de esta insurrección. Se instaló así públicamente la idea de una guerra declarada en el espacio público.

Fotograma de la noticia emitida  21 de octubre 2019 por medios de comunicación como El tiempo en Colombia y Meganoticias en Chile. También se observa la intervención del grupo Delight Lab el 22 de octubre 2019.

Meses después del inicio de esta revolución social comenzó la pandemia del coronavirus que ha provocado la muerte, la enfermedad y la precarización de gran parte de la población del país debido al mal manejo de la infección. Hemos vivido tiempos difíciles e insurgentes, trágicos y esperanzadores al mismo tiempo. La guerra se desplazó desde las calles a nuestros cuerpos porque  el discurso de la inmunidad, los anticuerpos y las defensas, nacen desde el mismo lenguaje de la guerra. En este punto es importante exponer que nuestra comprensión del mundo se basa en las metáforas que no sólo son recursos lingüísticos sino también son modeladores de la realidad, el pensamiento y la acción. Gran parte de la base de la biología son ciertas metáforas que algunos decretaron como lo correcto.

Por ejemplo, la inmunidad siempre se entiende como la guerra declarada entre un agresor externo (el virus, en este caso) y las células «militares» que tienen que atacar. Estamos en un tiempo donde los militares están fuera de nuestro cuerpo y también, con sus metáforas del ataque, dentro de nuestra piel. Vivimos con los militares fuera del cuerpo y, también, dentro de la piel, de los tejidos, de las células, de las proteínas, del ADN, acunados entre los enlaces químicos, haciendo campamento dentro de nuestras mitocondrias. Haciendo vigilancia de la respiración celular.

Distintas representaciones públicas de la inmunidad donde se refuerza la idea de un ataque o una guerra.

El sistema inmune es el conjunto de órganos y glándulas que tiene el cuerpo y cuyo trabajo es establecer la protección de los microorganismos que vienen del exterior para que así las infecciones no causen daños y estragos en nuestro cuerpo y salud. Tenemos las amígdalas, las membranas mucosas, la médula ósea donde se producen las células de la sangre, los vasos linfáticos y la piel, la primera barrera física que nos separa del mundo.

La inmunidad está orquestada por un gran número de células que se encuentran en la sangre y que generan anticuerpos, moléculas que marcan a los antígenos que son los microbios que están por fuera del cuerpo con el objetivo de destruirlos.  Otras células de la sangre generan memoria de este ataque. De hecho esta es la base de las vacunas: introducir al cuerpo una parte del microorganismo atenuado que genera la enfermedad y así el cuerpo genere memoria, para que cuando ingrese el microorganismo que causa la infección, el cuerpo sepa como destruirlo.

La discusión de la inmunidad se basa entre lo propio llamémosle el “self” (las células, órganos, tejidos y sistemas del cuerpo) y lo no propio, llamémosle el “non-self” (el virus, el microorganismo). Este fue el lenguaje que adquirió la inmunidad desde sus inicios, las relaciones entre el adentro del cuerpo y el afuera del cuerpo. La membrana plasmática que es la primera barrera de la célula, la primera puerta que tenemos para recepcionar los estímulos e interacciones con el extracelular, el medio ambiente o el mundo. Sin embargo, tantos las teorías contemporáneas del feminismo, sobre todo las que han pensado a las personas que no cumplen con los parámetros de “normalidad” (heterosexualidad, capacidad) nos dicen que no somos uno, que no existe el “self” sino en relación al otro, que el otro me construye, que el otro me genera: “Yo soy el otro”, decía el poeta Rimbaud.

Esquema de la membrana plasmática celular y su vínculo con las nociones de “self” y “non self”

Quiero brevemente traer a dos científicos que nos legaron otros modos de cómo entender esta relación de la inmunidad (“self/non self”) cuyas teorías muchas veces han pasado desapercibidas o han sido olvidadas por muy “filosóficas” o poco ajustadas a cierto canon cientificista. Me refiero a biólogo Chileno Francisco Varela (1946-2001), quien con su teoría del acoplamiento estructural de los seres vivos redefinió esta idea de la guerra y el ataque de lo inmunitario y a la bióloga estadounidense Lynn Margulis (1938-2011) quien con su teoría de la endosimbiosis se opuso a la clásica noción de la competencia como destino de la evolución. 

Retratos de lxs biólogxs Francisco Varela y Lynn Margulis obtenidos desde páginas públicas de internet.

Francisco Varela fue un biólogo chileno que desarrolló casi la mayor parte de su trabajo científico fuera del país. Junto a Humberto Maturana crearon la teoría de la autopoiesis que habla sobre cómo los seres vivos son un circuito cerrado donde circula la materia y la energía generando una retroalimentación de las moléculas.

Durante los años 70 trabajó en la vibrante California de esos años, lugar donde “el activismo  político entró en los campus universitarios con los movimientos contraculturales (el movimiento por la libertad de expresión “Free Speach Movement”, los movimientos  feministas, el movimiento de los Panteras Negras) y la protesta masiva de estudiantes y profesores contra la guerra en Vietnam y la invasión de Camboya por EE. UU. Los  estudiantes se politizaron y solicitaron que se impartieran cursos cuyos contenidos no  se consideraban académicos y que estaban relacionados con los movimientos sociales  que agitaban la esfera pública” como nos recuerda la pensadora feminista Teresa de Lauretis. En ese lugar Varela tomó contacto con pensadores de la teoría de la comunicación humana e introdujo conceptos como las redes de comunicación “network” que generó su teoría del acoplamiento inmunológico.

Francisco Varela quería determinar que si sólo vemos una parte de las relaciones que existen entre, por ejemplo, el antígeno con el anticuerpo, perdemos la posibilidad de ver el amplio espectro de relaciones entre ellas.

Su teoría dice que los organismos son fundamentalmente un proceso de construcción de identidad. La identidad emergente del organismo proporciona, lógica y mecánicamente, el punto de referencia para un dominio de interacciones. El mundo es el conglomerado de significaciones que el organismo ha dado a lo externo a él. El medio ambiente es aquello que un tercero puede ver afuera del organismo, pero que para éste no dice nada, no significa nada. El medio ambiente requiere volverse mundo para que tenga que ver con el organismo, lo cual solo se logra cuando éste le confiere significado y por ende le pone en relación con su identidad. Dicha creación de mundo involucra otro concepto: el de acoplamiento estructural que es la habilidad de transformarse de acuerdo con los cambios en el ambiente exterior. La relación del “self” y el “non-self” según Varela no puede definirse por un ataque.

Esquema del trabajo de Varela donde se muestras sus ideas de network inmunitario en conjunto con material de prensa del año 1996.

Hemos visto un nuevo modo de aproximarnos a la relación del del “self” y el “non-self” a través del acoplamiento con el mundo. Vamos ahora a enfocarnos en aquello que denominaremos el “self”. Lynn Margulis estaba interesada en el estudio de los microorganismos y de cómo estos microorganismos han posibilitado la vida. Esto sirve para romper con los prejuicios que todo el mundo microbiológico, que todas las bacterias o virus son malas o nos hacen mal. Hay que ir contra el pensamiento binario.

El microbioma es el conjunto de microorganismos (bacterias, virus, hongos) que habitan en nuestro organismo. Si hiciéramos un esquema tomando al cuerpo como referencia, de todas las células que tenemos, la cantidad de células humanas alcanzarían a cubrir menos que una pierna, mientras que el resto del cuerpo serían las células microbianas. Si en el mismo esquema pusiéramos los genes que poseemos en el cuerpo completo, los genes humanos representarían la parte delantera de un pie. Sólo un tercio de nuestras células y alrededor del 10% de nuestros genes son humanos, lo demás es microbiología: material genético de nuestras compañeras de vida con las que vivimos en un oleaje de genes que saltan entre las células y las especies. Somos una red microbiológica en la que conviven diferentes organismos en equilibrios precarios de materia y energía, sin ellxs la vida sería imposible. Somos una ecología, es decir, distintos tipos de relaciones existentes entre organismos y el hábitat donde se comunican. Aún así, gran parte de la investigación de la biología humana se ha enfocado principalmente en el estudio de las células eucariotas como dispositivos aislados, no hemos podido aún superar el esquema que estudia los procesos de la vida como partes y no como un todo interconectado.

 Esquema donde se observa la relación de células y genes microbianas en comparación con las células y genes humanxs. Diseño de @mutantezine

Lynn Margulis fue una bióloga que construyó una teoría donde explica que es la cooperación y no la competencia, la relación ecológica que lleva a la evolución. Su teoría demostró que la célula eucariota, la célula que tiene núcleo y sistemas organizados de organelos que ayudan a sintetizar las macromoméculas como las proteínas y los lípidos, se produjo debido a la incorporación de un tipo ancestral de bacteria de vida libre (procariotas) dentro de un tipo ancestral de célula. Esta unión llevó a la evolución de la célula eucariota. Esto explica que, por ejemplo, en las células eucariotas animal y vegetal existan organelos como las mitocondrias y los cloroplastos que tienen sus propios genes y sintetizan sus propias proteínas. Nuestras células, las células eucariotas son “pequeñas células dentro de una célula”.

Presentación del trabajo de Lynn Margulis en el medio de comunicación Diario feminista. Disponibe en https://eldiariofeminista.info

Su trabajo no ha tenido toda la divulgación necesaria como el de Darwin, quien entiende a la evolución como una competencia, como una selección (Darwin leía a economistas mientras hacía sus observaciones quienes decían que las necesidades son infinitas y los recursos limitados). Estas dos maneras de mirar el mundo, por un lado la cooperación y por otro la competencia nos hablan mucho del mundo que vivimos. Lynn Margulis estaba obsesionada con el mundo microbiológico porque pensaba que, en algún punto, las bacterias ya lo habían hecho todo.

Para Margulis, la simbiosis es la coexistencia, mediante un contacto físico, de dos o más especies diferentes de organismos durante la mayor parte de su vida. Aquí tenemos como ejemplo a los líquenes que son organismos que surgen de la simbiosis entre un hongo (llamado micobionte, perteneciente a las divisiones Ascomycota o Basidiomycota), y un alga (llamada ficobionte, perteneciente a las divisiones Chlorophyta o Heterokonta) o una cianobacteria. Este tipo de uniones ha sido un mecanismo fundamental para la evolución, ya que si se producen cambios evolutivos rápidos, las relaciones simbióticas que se convierten en permanentes son más eficaces que las mutaciones al azar como ocurre con el coronavirus actualmente.

Esquema de la relación simbiótica que da como origen a un líquen.

Quise brevemente traer estas dos maneras de romper con el lenguaje bélico de la infección y el movimiento social, trayendo los conceptos de acoplamiento estructural y simbiosis porque pienso que para mirar de otro modo nuestra realidad, tenemos que ir al pasado y arrastrar al presente el  pensamiento de personas que, en tiempos difíciles nos entregaron herramientas para mirar de otro modo.

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Este texto será publicado en portugués próximamente: «O mundo desde olhos dissidentes: não é uma guerra, é uma simbiose». En: Caderninho 1 – Resultado del I y II Encuentro Formativo del Proyecto “Boas práticas de Enfrentamento à COVID-19 no Rio Grande do Norte, a Paraíba e o Ceará” MCTIC/CNPq/FNDCT/MS/SCTIE/Decit Nº 07/2020, Brasil. Ana Gretel Echazú B. (org.) – en prensa.

Biólogo, escritor y activista de disidencia sexual. Actualmente cursa un postdoctorado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

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