Foto: Martín Bonnefoy V. (@mbonnef)

20 de abril 2020

Poemas para combatir el confinamiento

Recopilación Colectiva

El óleo de mi ventana / por Daniela Rozas*

Siempre escuché que el mundo no se detiene
ni por nada ni por nadie,
eso, ahora más que nunca
retumba en mi mente.

Miro por la ventana
y las horas avanzan,
el viento sigue galopeando
y el ambiente sigue en calma.

El color del mar no ha cambiado
sigue sereno en pleno puerto,
no le importan los gritos repentinos
ni los ladridos de los perros.

No importan los balazos
ni los hospitales llenos,
el llanto de las aves
o las luces de los cerros
siempre iguales
cada vez más inconsolables.

¿Qué importa el miedo colectivo?
¿O si alguna persona de afuera le falta abrigo?

¡No importa!
No salgas, no mires, no llores, no sientas.

Quédate en tu acogedora pieza,
mientras el resto piensa
qué cresta comer mañana
si hoy lo echaron de la pega.

El encierro me ofrece
una vista ficticia de la realidad,
en desmedro de lo que acontece
fuera de mis cuatro paredes. Más allá de mis dudas
de los infinitos acertijos
creados por mí misma,
más allá del insomnio
y del café que se enfría,
el óleo de mi ventana se está resquebrajando
el mundo de afuera no está paralizado.

*

La neo-corona / Por Amaru*

Se quiebra el silencio:
una alarma de supermercado me despierta de sobresalto,
y espero sea un saqueo.
Pueden ser nuestros últimos días aquí,
que malo sería terminarlos así:
4.000 presxs políticxs echados a su suerte
y tú, aburrido en casa, pensando qué ver en netflix.

Aún no sabemos cuántos morirán, pero morirán
o moriremos
/ los cuicos se fueron a la playa a contagiar;
llegaron los milicos,
dicen que protegerán lugares como hospitales
y queda preguntarse para qué

infraestructura crítica:
un hospital donde se apilará a los muertos
un hospital donde los familiares llorarán sus muertos
un hospital donde se gritará por los muertos
un hospital donde los milicos apalearán cuerpos,
donde se callará la protesta a punta de fusiles yertos.

Camino a mi trabajo y las personas no se cubren con mascarillas,
se toman del pasamanos y rascan sus rostros mientras ven sus celulares/
en el call center hay 80 personas en una sala
dicen en las noticias que están permitidas actividades con aforo máximo de 50 personas
pero somos menos que personas,
seremos un cadáver frío en la vereda.

¿Cuánta calamidad pasará sobre los ríos?

Sacarán banderas los fachos
y campeará el nacionalismo barato,
despedirán pobres y si no les gusta los molerán a palos.
Mientras tanto, lxs abuelxs se extinguirán
y con ellxs se irán nuestras memorias:
las calles de tierra y las infancias de mocos colgando,
los familiares que vivían en un ruco en el mapocho,
las quintas de recreo y los carros de sangre por san pablo,
las tomas de terreno antes, durante y después de la dictadura,
nuestros relatos de un mundo donde se pudo caminar por la calle
y correr con lxs hijxs y -a veces- reír.

En el fondo de una fosa común tirarán a:
lxs presxs políticxs que no le importan a nadie,
los trabajadores de la construcción que no le importan a nadie,
las trabajadoras sexuales que no le importan a nadie.

Saldrán rubios y yanaconas a pelearse los votos
en las poblaciones marginales se peleará por droga y agua
en los supermercados por harina refinada y grasa

¿De qué sirve amar ahora?
¿De qué nos salvará este o cualquier otro poema?
¿Moriremos enviando correos electrónicos y mensajes de whatsapp?

En medio de esta desolación y antes de que el final llegue,
abro un socavón en la carne terrosa.
Ahí caerán mis huesos y su persistencia,
o los de mi madre
o los de mi hijo
Los cubriré con libros y posters, con juguetes de plástico,
con la ropa de quien muera y sus pertenecias.
Y en un rincón, donde apenas se note,
dejaré en un papel desgastado un grupo de palabras con algo de sentido.
Espero sepan leer los arqueólogos del futuro.

*

Los culpables / Por Alexandra García*

Mis días comienzan con un lavado de manos insistente.
Ahora todos los días son domingos
Pero este año comenzó un viernes,
Que no dejó de ser 18 de octubre.  
3838 personas heridas
460 lesiones oculares
257 denuncias por violencia sexual
617 denuncias por tortura

No hay jabón que borre la herida
No hay jabón que les pueda limpiar

La memoria insiste en hacerle justicia al recuerdo,
La memoria insiste en no olvidar.

(Estamos en guerra, estamos en guerra)

La llegada del virus nos ha dejado claro una cosa
Nuestra vida a ellos les da igual.

*

Dictadura Sanitaria / por Eleuterio Eloy*

El mundo se agrieta
Vibra en el caos
de la armonía/salvaje
Soberanías exasperadas
La máquina pausa/play
Las nubes se atormentan
No hay respiro hacía el cielo,
ni besos serenos.

Aislamiento donde incomoda
el propio silencio
Marzo interrumpido
por una caja de pandora abierta
Milicos en la arteria desierta de la calle
Memoria de nuestros abuelos en shock
Cercana a rebeliones inmunes
que regresarán con la fuerza
de horizontes profundos.

Fase 1: mascarillas agotadas
y carritos ahogados
de confort coludido
Fase 2: los cuicos son los leprosos,
pero traspasan las murallas
pagando impuestos por su egoísmo
Fase 3: Lavado de manos
en sequías saqueadas
¡Ni se reúnan, ni se acerquen!
Fase 4: Hospitales esperan la santa vacuna
con turnos de un preludio extendido.

Un nihilista en delirio
por la cuarentena
lee La Peste de Camus
mientras un ateo se encomienda
a todos los santos
Laburos informales a la deriva
Oficinas en el hogar
Hogar con aulas recluidas
Aulas en vídeo llamadas

En la escuela
tomamos distancia en la fila
Ahora nos distanciamos para evitar
el intervalo mutuo del apocalipsis
Porque la muerte siempre hostiga
Y la locura se vuelve una bacteria terrorista.
¡Trabajadores del mundo, alejaos!

*

Y LA GENTE NO SE QUEDÓ EN CASA
(VERSIÓN, COVID-19, 2020) / por Eleuterio Eloy*

[Actualización del poema de Kitty OMeara escrito en tiempos de Pandemia, siglo XVIII]

Y la gente no se pudo quedar en casa
Tuvo que salir a trabajar
En un sistema de transporte precario
No descansó, ni ejercitó
No alcanzó hacer arte ni a jugar
No salió a sus balcones a cantar
No vio maratón de serie
No pudo aprender nuevas formas de ser
Porque no pudo detener la máquina.

Y escuchó más profundamente la hipocresía del gobierno
Algunos vacacionaron en sus casas del litoral.
Algunos acaparaban máscaras y alcohol gel.
Alguno se encontró con su propio egoísmo.
Y la gente empezó a saber que a su jefe no le importaba.
Y la gente no se curó de las miserias.

Y en presencia de personas que viven de manera inestable
Peligrosa, día a día
Politiqueros y empresarios sin corazón confabularon
Y la tierra a gritos pide sanar.

Y cuando pasó el toque de queda y la cuarentena
Y la gente volvió a salir de sus casas
Lloraron sus pérdidas en las AFP
Tal como el poder lo dispuso.

*

Misiones imposibles / por Javiera Zamorano*

Son las doce.
Estas no son horas
me dicen sonriendo.
No entienden que no es ningún chiste
ya sé que no son horas de levantarse.
Las sábanas están sucias
hediondas a horas perdidas.
No entienden que lo lamento
que no hay nada más que hacer para evitar la muerte
solo dormir un rato más
hasta que el día nos quede corto
para volver despacio
a tender mis restos sobre estrellas
alcanzarlas al estrechar los párpados
con el pelo enredado impidiendo el mirar.

Lo juro, se me atrofian las piernas.
Deliro con pasos, me vuelvo a quejar.
Es momento de hacer algo al respecto;
observo mis dedos marchitarse de a poco.
Conservaré el recuerdo del dolor lejos
en otra fracción de mi cuerpo;
ya no sirve tanta distinción.
Sin aire, aspiro sosiego con gusto a flor.
Me he quedado callada.
La música que jamás se añeja lame mis heridas
y dejo que me coma de un bocado.
Me repite que te quiero
de cerca, pero mucho más de lejos.
Bajo el agua no puedo apartar la vista
sigues en recovecos de mi oscuridad.

Las tazas se rompen las hormigas me palpan.
Se acabó el  azúcar.Salir y no morir me reconforta.
Qué sueño.

* Daniela Rozas. / * Amaru: Taita memoriador, poeta, fotógrafo aficionado y collagista. / * Alexandra García: bioquímica, actualmente cursando un postgrado en Neurociencias en la Universidad Católica. Poeta y artista aficionada, formo parte del Colectivo Puentes Amarillos. / * Eleuterio Eloy. / *Javiera Zamorano: es una escritora de veintidós años, residente de la comuna de Puente Alto.

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