Foto: @pauloslachevsky

23 de enero 2023

Radiografía de un comunista de la antigua trova en Chile del siglo XXI

por Daniela Wallffiguer Belmar

Lejos de la imagen viva de la canción de Manuel García[1], sin duda mucho más cercana a los cantautores Alfredo Zitarrosa[2] o Atahualpa Yupanqui[3],  este relato es una radiografía subjetiva de una determinada cultura política imperante en Chile desde los años sesenta que, hasta hoy, podemos encontrar sus huellas en nuestros barrios, plazas y almacenes, otorgando elementos de continuidad a la historia política, los cuales están incidiendo en la política nacional del siglo XXI.

I.- El Encuentro.

Desde aquellos largos días, previos al estallido social en que la ansiedad y la angustia de entender que no había salida en Chile, caminaba sin rumbo para encontrar respuestas. Estaba recorriendo calles escondidas, en busca de un lugar dónde hallarlas. Entonces, encontré a un grupo de gente no muy numerosa, la cual estaba en el tramo 60 o más años de edad, pintando carteles y tomando café. No había gente joven en dicho lugar. Sin embargo, esto no me detuvo para entrar, mirar y preguntar qué hacían. Con el tiempo, las visitas a ese lugar se hicieron más frecuentes, comprendiendo que no habría juventud en los sucesivos actos con anterioridad al 18 de octubre de 2019.

Comprendí que dichas personas se reunían y conversaban para analizar la política del presente, que, si lo detallo ahora, ya es ajeno para todo lo que ha acontecido estos últimos tres años, ya que todo pasa aceleradamente. Además, este grupo confeccionaban chacones[4], los cuales dibujaban bajo una técnica precisa, las letras de alguna frase alusiva de algún evento del calendario. Entre todos los presentes, había una persona que hablaba poco y que tenía otros modos, un poco más refinados si quisiera decirlo, elementos apenas imperceptibles para cualquiera. Él era uno más de esa imagen que encontré, un tanto congelada en el tiempo.

Más adelante, me detengo en las conversaciones con esta persona y sus datos daban algunas pistas de su formación, aunque la mayoría de sus análisis a veces, reiterativos y sutilmente con un toque retórico, resultó ser un egresado de música, del ex pedagógico de la Universidad de Chile de los años setenta, un protagonista y testigo del triunfo y la derrota del proyecto popular. Para mi, era un testigo de una sociedad, que podría otorgarme respuestas frente a un sinfín de preguntas sobre el pasado reciente chileno, el cual está lleno de vacíos y distorsiones, el cual es necesario seguir ahondando.

Comprendí que, descubrir a una persona, es igual que la historia de este país, es correr lentamente un velo para que se asome un relato.  Al comunista de la antigua trova, al cual llamaremos P, se refería sobre la actualidad y hechos del mundo, bajo una clásica interpretación marxista leninista impecable, pero no de libro ni de teoría universitaria, porque para que quienes saben esto que digo, en realidad saber de teoría no tiene peso alguno, si ésta no tiene una directa relación con una práctica en la vida real. Hablamos en términos simples de un discurso elaborado que se hizo carne en los eventos de su vida hasta el momento en que lo conocíamos.

Su vida está basada en hechos que les sucedieron a muchos. Sin embargo, su interpretación de los eventos los iba asimilando bajo su manera de ver el mundo, intentando en nuestras intervenciones, sobre qué o cuáles otras opciones tenía de vida, o si tales hechos enunciados por él, pudieran haber tomado otros cauces, el cual obviamente, en un mundo complejo y diverso, como también lo era su pasado, podía haber tomado innumerables rumbos. Sin embargo, P insistía que no había otra posible interpretación que alterara lo que había vivido o elegido vivir, pues aquella era su verdad interpretativa basada en subjetividades dentro de las objetividades históricas experimentadas.

II.- La Interpretación del mundo es una profecía que se cumple.

Las conversaciones con P se tornaban agradables, al contrario de otras experiencias, porque yo sabía muy bien desde qué categorías situarme al iniciar preguntas sobre su pasado reciente. Una vez que elegía sutilmente las temáticas para analizar esos recuerdos en disputa[5], cualquier hecho que sacara a relucir de eventos traumáticos o, consagrados en un relato casi heroico, eran claves para comprender una cultura política muy específica, la cual, solo conocen quienes se adhieren a ella a través de muchos años o la vida entera si así se desea[6].  Es más, resulta imposible comprenderla si es visita o se investiga como un observador. Voy a dar un ejemplo concreto, P se refería a los problemas estructurales de la sociedad chilena antes del estallido, como una tensión dialéctica constante entre clases sociales, en dónde la única posibilidad pronto a cumplirse, era una explosión social a partir del aumento de la rabia acumulada durante años en el cotidiano de la gente y que aquello iba a cambiar el rumbo definitivo de la historia.

Tampoco sabía P, si vería en vida dicho suceso, pero en sus palabras y pronósticos, decía que la historia sólo avanzaba a través del enfrentamiento entre clases antagónicas entre sí y que Chile había llegado a su límite, puesto que el modelo había extremando las condiciones sociales para que tal avance histórico se produjera en cualquier momento. Posteriormente, el 2019 resultó ser el año de la manifestación de la profecía cumplida. P y muchos más, pensaban en silencio en aquella fórmula.  Comprendo a la vez, que mi propio subconsciente se removió profundamente, en dónde también llegué a pensar que era el fin de una espera teórica, puesto que todo lo aprendido, estaba haciéndose carne. Quizás, razonando en términos de P, la historia si estaba avanzando y esta vez lo estaba haciendo de manera brutal.

III.- EL Malestar Social.

Convengamos que el 18 de octubre fue un momento cero de esta historia en Chile.  Probablemente, no haya todavía un consenso de lo acontecido, ya que, de nuevo, se analiza la realidad de manera binaria: ciudadanos buenos manifestándose/ delincuentes malos desestabilizando el país. Como consecuencia, la subjetividad marcó un antes y un después de aquel evento que duró dos meses, para luego respirar profundo y analizar los sucesos de la manera más racional posible.  Dicha decisión racional, también se tradujo en vivir templada y alegremente, a pesar de experimentar una constante destrucción y vulneración en todo lo exterior.

El estallido social, el cual han intentado desprestigiar de todas las formas posibles, acusándolo de haber sido una planificación perfecta desde grupos organizados de una izquierda poderosa internacional, que, al parecer, tenía como base a P y a gente mayor de sesenta años haciendo carteles en los barrios, es mucho más profundo que la caricatura demoníaca del izquierdista malo. Sin lugar a dudas, responde a un malestar silencioso de origen diverso, que tiene elementos comunes, pues es un malestar compartido por la mayoría de la sociedad. Desde el momento cero, el cual se ha vuelto a diluir, pues hasta hoy, se convirtió una desconformidad solitaria, vaga, llena de angustia, una procesión que se está llevando al parecer, en el interior del hogar[7].

Continuando con el relato, inmediatamente después del momento cero, el malestar se institucionalizó, dejando espacio a una lenta agonía, puesto que el modelo se niega a morir, dando sus últimos aletazos en la institucionalidad política. Al contrario de las conversaciones habituales con P, los nuevos sucesos no hacían calzar la profecía cumplida, quedando en ambiente, una angustia y soledad que se fue imponiendo en la escena. Es así que, después del estallido, las conversaciones con P, comenzaron a ser más anárquicas respecto de una explicación sobre los nuevos hechos del presente.  Si el 18 de octubre hundía sus raíces en la simbología histórica y cultural del proyecto de la Unidad Popular, yo quería saber muchos más detalles de aquel hito, incluyendo el trauma, pero también del proyecto de sociedad que había para Chile, o quizás no la hubo.

IV.- La historia tiene finales abiertos.

Dejo por un momento mi obsesión de escudriñar en el pasado reciente desde la memoria viva de un comunista de la antigua trova, para retomar el análisis de la realidad actual convulsionada de Chile y el mundo, bajo una inyección de una energía renovada, gracias a que la profecía de P, al parecer, se cumplió en parte. Siguiendo con una cronología del momento cero, me detengo en la coyuntura de la presidenciable. Consulto a P, la posibilidad de vaticinar sin errores, quien sería el próximo presidente, que, sin duda alguna en su interpretación, sería Daniel Jadue.

A punto de caer en la tentación de creer ciegamente a P, ya que el pronóstico de estallido había funcionado en su cálculo estructuralista, la rabia existente en el ambiente daría por ganador a su candidato. Este triunfo, además estaba reforzado por la evidente descomposición del panorama político concertacionista, retroalimentada con reflexiones entre los suyos, que opinaban en realidad exactamente lo mismo que nuestro entrevistado, sin ninguna apertura a otras posibles aristas que pudieran llevar a resultados diferentes.

Me atrevo a enunciarle a P, bajo una lucidez momentánea, que en Chile ganaba Gabriel Boric o Yasna Provoste, pero que jamás los extremos volverían apoderarse del ciudadano común, por toda la historicidad fragmentada, sellada en un pacto autoritario que nunca nos deja del todo. Pensaba que, el mismo caso sobre la Unidad Popular, reflejaba en las urnas un relativo triunfo, en dónde podríamos encontrar un comportamiento histórico de la sociedad chilena, quizás siempre intentando mantener un frágil equilibrio inestable, para no volver al dolor de las pérdidas humanas en el proceso. En consecuencia, P sencillamente no escuchaba el argumento, o hacía que me escuchaba, porque la verdad tampoco me creía mucho. Él pensaba que yo no estaba convencida o que me había dejado llevar por el sentido común, el cual siempre es reaccionario.  Su inusitada alegría profética, aumentó sus acciones dedicadas a campañas comunales callejeras. Se me olvidada decir, que, si ganaba otro candidato que no fuera de su vaticinio, P anunciaba cada cierto tiempo, que era el momento para retirarse, irse del país y dejarles a las nuevas generaciones el trabajo de construir un futuro mejor.

Sabemos a estas alturas en el momento que escribimos este relato, que ganó Gabriel Boric, situación que, en vez de obligarlo hacer las maletas, lo volvió a llenar de energía y esperanza, convenciéndose que ahora venían los cambios y que la revolución estaba en marcha inevitablemente. P no se va del país, todo lo contrario, la derrota en su ideario no existe, son sólo apariencias. Lo que acontecía a nivel político era un nuevo impulso para trabajar y apoyar una nueva Constitución, ganar de manera definitiva y así instalar los cambios que necesita el nuevo Chile. Vuelvo a insinuarle nuevamente sobre la posibilidad de que no saliera la nueva Constitución, qué pronósticos veía o visualizaba sobre la sociedad chilena post estallido. La respuesta, al igual que las otras, era que no iba haber un rechazo sino solo triunfos, pero en caso de perder, se iría del país tal como había enunciado en más de una ocasión.

Sabemos lo que ocurrió el pasado 4 de septiembre. Nuestro entrevistado en vez de asumir una profunda derrota, la cual se repetía una y otra vez, exclamó con una inusitada alegría que no se había perdido, sino que el problema de la no adhesión de la gente era una cuestión de forma y no de fondo: hay que cambiar el lenguaje y seducir para convencer a más gente y ojalá a los jóvenes de la sociedad chilena, entiendan que vale la pena luchar por los cambios. Amiga, el Diagnóstico de la realidad chilena es correcta, sólo que no hemos sabido comunicar de manera adecuada, y también te digo, que no hay razón para irse del país, pues hay que luchar para apoyar a que salga una nueva Constitución.

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Bibliografía.

Álvarez, Rolando. (2020) Forjando la vía chilena al socialismo. El Partido Comunista de Chile en la disputa por la democracia y los movimientos sociales. (1931- 1973).  Editorial América en Movimiento.

García, Manuel (2005) El viejo comunista, Disco Pánico. https://letraschile.com/manuel-garcia/el-viejo-comunista

Garretón, Manuel; Martínez, Javier. (1985). La Reforma de la Universidad de Chile. Tomo III. Biblioteca del movimiento estudiantil.  Ediciones Sur.

Mayol, Alberto. Big- Bang.(2019). Estallido Social 2019, modelo derrumbado, sociedad rota, política inútil. Editorial Catalonia.

Zitarrosa, Alfredo. (1978) Adagio en mi país. https://www.youtube.com/watch?v=AjexKlj5JW8

Yupanqui, Atahualpa. (1967) La Zamba del Viento. https://www.youtube.com/watch?v=AVaXhTjnBVQ


[1] García Manuel, El viejo comunista, Disco Pánico. Año 2005. https://letraschile.com/manuel-garcia/el-viejo-comunista

[2] Zitarrosa, Alfredo. Adagio en mi país. Año 1978. https://www.youtube.com/watch?v=AjexKlj5JW8

[3] Yupanqui, Atahualpa. La Zamba del Viento. Año 1967. https://www.youtube.com/watch?v=AVaXhTjnBVQ

[4] O papeles de propaganda política.

[5] Me refiero a la versión del pasado reciente, traumático para muchos, negado por otros que también es un número considerable.

[6] Álvarez, Rolando. Forjando la vía chilena al socialismo. El Partido Comunista de Chile en la disputa por la democracia y los movimientos sociales. (1931- 1973).  Editorial América en Movimiento. Año 2020.  

[7] Mayol, Alberto. Big- Bang. Estallido Social 2019, modelo derrumbado, sociedad rota, política inútil. Editorial Catalonia, 2019.

Es profesora de Historia y Ciencias Sociales, Mg en Historia y estudiante del Doctorado en Historia de la Universidad de Concepción. Ha publicado artículos en prensa e indexados sobre temas del teatro chileno. Actualmente se publicó un libro titulado "El Teatro comprometido. Una contribución al movimiento popular chileno 1963-1973". Editorial Escaparate. Junio 2021.

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