Foto: @pauloslachevsky

07 de febrero 2024

Revelando el misterio del tutti frutti

por Rodrigo Torres Quezada

Reseña de Tutti Frutti, de Gonzalo Vilo. Marciano ediciones, 2023

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En los años noventa, la literatura nacional bajo aquel nombre de nueva narrativa chilena, mostraba un país adormecido que había entrado en un vórtice de apatía. Y al parecer estas mismas obras parecían ser un tanto apáticas. O antipáticas. La sociedad estaba bajo un profundo sueño post dictadura y etc., etc., etc. En esta época la escritura parecía querer ser cool, taquilla, muy ad hoc a los tiempos. Siempre presente y joven. Era la representación del no estar ni ahí. Pero llegó una nueva época, con un despertar de las editoriales independientes (y las que dicen serlo, porque al final ¿qué es ser independiente?) las cuales nos trajeron una gran cantidad de nuevas obras que hacían alusión sobre todo a distintas causas: feminismo, anticapitalismo, etc., etc., etc. Esta nueva camada, si así se puede decir, trajo consigo un problema muy parecido al del stand up comedy: se pueden contar historias, muchas historias, pero sin gracia. Lo que importa es apoyar tal o cual causa. Eso da créditos. Así pasó con la literatura nacional: se convirtió en una zona de confort para que personas sin amor a la literatura se reunieran a sobarse el lomo entre sí, unidos por alguna idea afín pero sin ápice de talento literario.

Toda esta introducción es para poder comprender de qué va Tutti Frutti de Gonzalo Vilo. Si en los noventas los escritores (las escritoras, les escritores, etc., etc., etc.), querían parecer taquillas y onderos para destacar, en la escritura de Vilo eso da lo mismo: lo que más destaca no es el ego del escritor sino la violencia, la decadencia y una visión cínica y sarcástica de una sociedad que ya se derrumbó hace rato. Si en la última generación de escritores chilenos (chilenas, chilenes, etc., etc., etc.), cuyo nombre no sé bien cuál es (¿nueva nueva generación? ¿Justicieros letrísticos?), lo que importa no es la calidad literaria sino si adscribes a cierta idea afín, o tienes consortes en el fondart o ese tipo de instituciones (y de paso eres servil al gobierno y los burgueses de turno), en Vilo ese tipo de “actitud literaria” se convierte en un chiste.

Tutti Frutti representa fielmente la escritura de Vilo, que puede verse en su otro libro titulado Un mundo cualquiera (Filacteria), un conjunto de historias viscerales, crueles y que van en una línea naturalista. No obstante, en Tutti Frutti (y fiel a ese nombre)  Gonzalo ha mezclado elementos que recuerdan a las atmósferas distópicas de Blade Runner o 1984. Porque hay mucho de Orwell en esta obra: un gobierno que bajo el alero de la revolución, está ahí, sobre ti, dispuesto a dictaminar tu forma de ser y pensar. ¿Suena actual? No lo sé…

Este libro lo conforman seis historias que bien podrían ser leídas en forma individual y ser consideradas como cuentos, o bien podrían ser leídas como capítulos de una novela. Incluso podrían ser leídos en desorden y llegaremos a la misma pregunta: ¿qué es el Tutti Frutti? ¿Cuál es su simbolismo? Este “orden” en realidad no es aleatorio pues responde a la idea de mostrar un caos, una situación social donde no hay ni buenos ni malos, donde todo está difuso. Las ideas que nos parecían sinónimo de libertad, se mezclan con la oscuridad de la represión; grupos punks que cantan contra el Estado parecen ser el origen del mal del totalitarismo. Los personajes de Tutti Frutti tienen motivaciones más personales que sociales. Les mueve más un deseo individual que social. Pareciera que el autor ha puesto en escena un mundo donde el antiguo individualismo contra el que tanto reclamaban los escritores snobs de los noventas se hubiese mezclado con una obsesión con lo social/partidista que tanto balbucean los escritores de hoy mientras beben su caro licor. Tutti Frutti no es solo una obra que se ríe de la sociedad o nos hace reflexionar sobre ella; es también, de forma sutil, una muestra de hacia dónde podría ir la literatura chilena si no se estanca en su búnker de confort.

  Es Tutti Frutti, quizás, el libro más punk de Gonzalo Vilo. O es también, una canción más, en la discografía de los Komando Jungle.

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