26 de enero 2024

vaginas electrónicas

por Juan Carreño

Díganle que si me ven fumando es porque ya me perdieron.

A la mierda la vida. Hoy día me mato.

Y estas son mis últimas palabras.

Amor, perdóname, para este rito enterré todas las cosas que nos lanzamos sobre la fogata la noche más larga del año: un mapamundi plástico con las rutas destacadas que marcamos con dibujos, una bandera hecha bolita, tus calzones negros con encaje y los bóxer Cailv Kerini de La Vega que compré hace 500 años antes de pensar lo que hoy siento. Te amaré siempre. Y siempre mi cuerpo podrá estar contigo.

Había pensado en comprarme un cuaderno e ir escribiendo un diario de margen a margen en cada página, con letra chica para darme tiempo o letras grandes para cuando quisiera que toda esta persecución a mis obras acabara pronto. Porque ese cuaderno, al ser escrito por completo, cuando ya no tuviera más espacio para poner palabras, sería el fin y me lanzaría al paso del metro. Pero ya es tan vulgar lanzarse a los rieles. Cuando me enteré de la cantidad de personas que se lanzan me causó profundo asco morir ahí. Tirarse a las líneas del metro sería como secarse el cuerpo con las sábanas de un motel que jamás han sido lavadas. Algo poco higiénico, como mucha gente junta. Aparte después caché que nunca he vivido cerca del metro y que me importaba una pichula morir ahí, lo que me llevó a descartar también por completo lanzarme del Costanera Center, lo encontraba muy otaku, muy de güeón alumbrao que se lanza con mensajes de paz y amor en sus poleras. Lo peor de morir en el Costanera Center es que te sacarán fotos los consumidores. Las tías del aseo mojarán con sus lenguas los pañuelos para limpiar las pintas de sangre en los ventanales. Pero el cacho es el cuerpo. Siempre el cuerpo será un estorbo. Me lanzo y quedo ahí, todo reventado, la cabeza abierta, hecho pebre frente a gente que jamás conocí. Pero sí sabrán ellos quién soy yo. Dirán, mira, el muerto es el de las esculturas de cera. 

Lo que importa es el cuerpo. Qué hacer con el cuerpo sin que intervenga el estado y los ritos cristianos, cuyo objetivo es pudrir los cuerpos bajo tierra o en un despreciable nicho. Dios nos salve de terminar en un nicho, sería como vivir la eternidad en guetos verticales. 

En youtube vi que los tibetanos trozan los cuerpos de sus muertos para que los buitres se coman la carne, los deudos hasta machacan los huesos y los mezclan con harina para que se los devoren las aves. El zoroastrismo cuenta con las Torres del Silencio, una especie de tagadás en las cumbres de los montes donde dejan los cuerpos para que también los buitres tengan su festín de carne humana. Literalmente tu cuerpo se eleva en algún momento al cielo. A mí me hubiera gustado que los cóndores me comieran en la cumbre de algún cerro acá en Santiago. Pero aquí estoy, ejecutando mi venganza.

¡Jamás se me ha pasado por la cabeza la donación de órganos! ¡Jamás! Un sistema de salud que no vela por la integridad física y psicológica de sus artistas no debe contar siquiera con los órganos de nuestro gremio.

Pero no. Me dispararé en el corazón, que es lo más dañado que tengo en este momento. Y así no daño tanto mi cuerpo. Y mi cara, mi rostro eterno. Porque mi cuerpo será mi venganza. Mi venganza contra ti, Joaquín, y contra todos tus esbirros.  

¿Qué querías, Joaquín? ¿Qué me iba a tragar toda esta rabia, callado? Tú no te imaginas todo el trabajo que hice para crear tu museo de cera. Noches de insomnio, llenas de ansiedad, de despertar a las 3 de la mañana y ponerme a fumar, cuando nunca he fumado, salir al balcón y llorar mirando el cerro oscuro. Tú no sabes lo que sufrí para llegar a esos rostros. No te imaginas cómo deseaba que estos últimos inviernos pasaran rápido. Querer morir sin morir. ¿Voh creí que fue muy lindo trabajar meses y meses en la cara de Lucho Jara, conchetumare?

Tanto que se llenan el hocico con mis cuerpos de cera. Yo hace años que vengo haciendo estatuas. Y antes de pegarme este balazo no me voy a ir de hocico en contra de mis clientes fieles. No como voh, Joaquín. Vai a leer esta carta y te vai a cagar ahí mismo maldito hijo de la perra. Qué agradable putearte aunque sea en un papel, güeón ordinario, cuma, sin talento y con cero perspicacia estética.

Como decía, yo llevo años creando estatuas. ¡A quién no hice! Por mis manos pasó toda la belleza nacional. Las yemas de mis dedos moldearon los pómulos magníficos, las cuencas oculares más perfectas, simetría pura y plural del alma nacional, bien chilena. Mi corazón de artista siempre ha estado dispuesto a la patria. Y para mí, la patria, siempre ha sido de la gente que me compra estatuas. Ustedes saben quiénes son. Ustedes saben a quiénes le gustan las estatuas: a esa gente que le gusta contar la historia, a su pinta, pero la eternizan con mis obras. Y fue así como me hice un nombre en la Historia de Chile. Pero como toda buena historia, la mía se fue al toque a la chucha. Y fue idea de Joaquín lo de las vaginas electrónicas.

Fue idea de Joaquín, pero no fue él directamente el que me lo propuso. Mandó a sus hombres de negro a pedirme una estatua de Katy, la alcaldesa, que a su vez, es su nuera, casada con uno de sus hijos, ese tipo de agüeonao bueno pal rugby y pa agarrarse minas de la tele y llegar tarde al trabajo, es diputado. Hay que agregar que la cabeza de Joaquín es un escenario lleno de aviones que hacen llover en Las Condes, de camiones con nieve rumbo a las playas del Mapocho, de niños sapeando en las botillerías y drones parlantes en las plazas que no dejan ni fumarte un cigarro tranquilo, conchetumare. Disculpe mi dron, ando sin carnet.

Galla, te morí. Llegaron los hombres de negro de Joaquín y me dijeron queremos una copia de Katy, la alcaldesa. Yo les dije, claro, les di mi precio, pagaron al toque, pero me dijeron que la escultura de cera debía tener una cavidad vaginal. Hay clientes hiperrealistas que a veces piden este tipo de referencias, así que les dije ya, está bien, no hay problema. Yo me demoro meses en recrear a una persona en todos sus detalles. Pero lo raro de esta situación es que me pidieron que la hiciera sin tomarle las medidas a la Katy. Cómo, ¿quieren que la haga al ojo? Sí, al ojo, me dijeron. Y la alcaldesa jamás deberá enterarse, agregaron. Mi pega no es preguntar, así que dije ya, bueno, no hay problema, para tal fecha les tengo a la Katy. Yo en ese tiempo ya había hecho a varios culiaos al puro ojo: Felipe Camiroaga, Bernardo O´Higgins, magníficos me quedaron.

Así que le empecé a echar mano a la Katy. Le dejé su cavidad vaginal y me quedó preciosa. Cuando avisé que estaba lista los hombres de negro la vinieron a buscar el mismo día. Y esa misma noche me la trajeron de vuelta. A don Joaquín no le gustó, me dijeron. Se parece a Gloria Gaynor, pero en versión rubia, y a don Joaquín no le gustan los rasgos africanos, agregaron. Yo me ofusqué un tantito. Dije, bueno, la voy a arreglar. Los hombres de negro se fueron y me puse a trabajar de inmediato. No sin antes fumarme el terrible porro mirando el cerro. Y pasó que estoy desvistiendo a la Katy pa estilizarla aún más y le pillo pero la terrible vagina electrónica. Yo me dije qué chucha, y me cayó la teja. ¡El Joaquín se está culiando a la Katy!, ¡por eso tanto misterio! Me cagué pa dentro con mis pensamientos. Y estoy en eso y suena el teléfono. El mismísimo Joaquín. Sí, Joaquín, tú me llamaste y me dijiste: HERMANITO, NO VAYA A PENSAR MAL, LA VAGINA ELECTRÓNICA DE LA KATY ES PARA UN PROYECTO QUE ESTAMOS TANTEANDO EN LA MUNICIPALIDAD, LA IDEA ES MANTENER DISCRECIÓN, TÚ SABES, LA PRENSA, ESOS POETAS MAL HABIDOS QUE TIENDEN A FICCIONARLO TODO, PERO TÚ ERES UN ARTISTA DE LOS NUESTROS, SABES QUÉ SABORES TE CONTENTAN, ¿CIERTO? Eso me dijiste Joaquín, y yo te dije: COMPAÑERO, TRANQUILO, ENTIENDO TODO, NO ES PRIMERA VEZ QUE ME PASA, y te digo esto, en tono amigable, de cómplice, y agrego: JOAQUÍN, YO TAMBIÉN QUIERO TIRARME A LA POLOLA DE MI HIJO, TRANQUILO.

Y voh, ahí Joaquín culiao, me colgaste, yo no pensé que la había cagao, pero eso selló mi destino.

A la mañana siguiente llegó un poeta a mi casa. Yo al único poeta-poeta, uno de verdad que conozco, es a José Luis Rosasco, yo a este niño no lo conocía, y me pregunta si yo soy yo, yo le digo sí, yo soy, y me dice que si acaso estoy al tanto del lavado de dinero que estaban haciendo con el museo de cera. Que si acaso sabía yo las cochinadas que estaban haciendo las personas de la municipalidad con la Cecilia Boloco o con la Michel Bachelet. Todas tus estatuas tienen vaginas electrónicas para contentar a la burguesía, me dijo el poeta, y agregó: el Joaquín puro quería darle a la Katy, y no sabí ná, hasta al Chino Ríos le pusieron chorito electrónico. Todas tus estatuas están siendo culiadas en fiestas clandestinas que celebra tu amigo Joaquín. Y el poeta, después de guardar un silencio compungido, dijo: lo que más rabia me da es que nadie se está culiando a la Gabriela Mistral. Y ahí el poeta se puso violento y resentido, me dijo: ¡NADIE SE CULEA A LA MISTRAL POR TU CULPA! ¡TE QUEDÓ MÁS INDECENTE QUE LOS BILLETES DE CINCO LUCAS! ¡TODOS LUCRAN CON LA MISTRAL, NUESTRA GABRIELITA, ¡Y NADIE LA LEE Y LA UTILIZAN PA PURO SACARSE BRILLO CUANDO LES CONVIENE A LOS COCHINOS CULIAOS, A POCO DE QUE LA POESÍA CHILENA SEA UNA ORGÍA DE LA MEDIOCRIDAD, NOS SALES CON ESTO!, dijo el poeta. Y se fue caminando hacia el cerro. Nunca más lo volví a ver. Yo ahí lloré. Me dio tanta pena que me marginaran de esa orgía. Esto no se le hace a un artista.

Todo ese día me lo pasé pensando en qué vecinos de Las Condes ya se han cogido a Arturo Prat, me dio asco pensar en Kramer comiéndose a Kramer, pobre Tomás González, quizás qué primo de los primos de los primos se lo está tirando ahora, Érica Olivera me da lo mismo, ha sido la güeá más fea que he hecho, pero se están tirando a Lucho Jara, a Coco Legrand no le va hacer ningún chiste que se lo estén afilando, a Bombo Fica lo deben tener lleno de moco camuflao, y no va a faltar el Patria y Libertad que se quiera culiar a Pablo Neruda. Todas mis esculturas habitadas por vaginas electrónicas. Y yo afuera, como un obrero más. Qué rabia por la chucha.

Este balazo que me pego en el corazón será sólo el inicio de mi leyenda. Porque sé, que si en vida me pronuncio con lo que está pasando con mis obras, a esta gente, que es muy buena para hacerse la lesa, capaz que me hagan desaparecer. Esta carta va con copia a la mujer que más amo, como también a mi amigo y abogado Jump Force y a mis camaradas de la Federación Chilena de Momificadores que me ayudarán en este proceso de venganza.

DECLARO AQUÍ FRENTE A TODO EL PAÍS QUE TODO LO QUE HAY AQUÍ ESCRITO ES CIERTO. Y JOAQUÍN SE PASÓ DE LISTO CON MIS CUERPOS. Y QUE DESDE HOY, LUEGO DE ESTE BALAZO QUE ME DARÉ EN EL CORAZÓN (la gente que piensa mucho se dispara en la cabeza, y los que han hablado demasiado o muy poco se ahorcan) QUEDARÁ MI CUERPO INSTANTÁNEAMENTE EN DISPOSICIÓN DE LA FEDERACIÓN DE MOMIFICADORES DE CHILE, QUIENES ACONDICIONARÁN MI CUERPO PARA LA ETERNIDAD. MI OBJETIVO ES POPULARIZAR LA MOMIFICACIÓN COMO UN DERECHO ESENCIAL DEL SER HUMANO. ¿HASTA CUÁNDO SEGUIREMOS AGUANTANDO QUE EL ESTADO NOS HACINE EN LOS CEMENTERIOS? ¿POR QUÉ MEJOR MI CUERPO NO PUEDE QUEDAR EN MI CASA, EN UNA DISPOSICÓN ALEGRE, QUIZÁ MIRANDO TIKTOK, CARRETEANDO?, ¡LO QUE SEA! O LO QUE PODRÍA SER MEJOR: ¿POR QUÉ NO CAPITALIZARME POST MORTEN Y QUE MI FAMILIA ME PUEDA ARRENDAR, SUPONTE, PARA FIESTECITAS LOCAS? ¿AH? EN MI CASO TAMBIÉN QUIERO QUE ME INSTALEN UNA VAGINA ELECTRÓNICA Y DE PASADA QUE ME AGREGEN 18 CENTRÍMETROS MÁS DE CORNETA Y HAGAN LO QUE QUIERAN CONMIGO, MIENTRAS PAGUEN BIEN, ESO SÍ.

La gente se preguntará en sus casas que por qué estoy promoviendo todo esto, es muy fácil señora: mientras más nuevas momias existan en Chile, Joaquín y su museo de cera (¡mis cuerpos!, ¡mis obras!) perderán exclusividad, y eso, y todos lo sabemos, les duele más que nada en el mundo. Sus objetos del deseo serán popularizados y así, de pasada, le expropiaremos al estado nuestros cuerpos.

Mi cuerpo.

Mi decisión.

Sí a la momificación.

Bang, bang, bang, hojas muertas que caen.

#porunChileconmásmomias

#todosseremoselNiñodelPlomo  

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** Este relato hace parte del libro El camino a Cristo. Una novela republicana, de Juan Carreño, publicada en 2019 por Editorial Deriva.

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