07 de febrero 2024

El enigma del cuerpo en penitencia

por Carolina Muñoz Ródenas

Sobre Del caminar sobre hielo1 de Werner Herzog

En 1974, iniciando el invierno alemán, Herzog recibe una llamada telefónica. Lotte Eisner, la crítica de cine que cobijó a una joven generación sufrió un derrame cerebral. Posiblemente esas serían las últimas horas en que su amiga tendría la posibilidad de percibir el mundo. Convencido de que el viaje no debía realizarlo en un medio de transporte convencional, surge en él un afán situacionista como un acto de rechazo hacia la inminente muerte de Lotte Eisner. Traza una ruta directa desde Munich a París. Coge una brújula y la ropa necesaria para protegerse del clima e inicia su viaje a pie.

Nuestra Eisner no debe morir” afirma Herzog en la primera página de su diario en el que narra las vicisitudes de este peregrinaje interior, que a su vez, es un potencial antídoto para salvar la vida de su mentora. La deriva se convierte en el estímulo que articula las emociones y el pensamiento, permitiendo al lector acceder a su estado anímico y tensiones mediante diversas postales que surgen en la medida que se enfrenta a determinados ambientes y sucesos aparentemente anodinos. Como una entidad en estado primario, Herzog se encuentra con su corporalidad. El reloj biológico, la fatiga luego de una jornada extenuante lo obligan a allanar viviendas de veraneo o colarse en un granero para recuperar la energía y protegerse del clima. Mediante la intuición -aquel saber no conceptualizado- cambia de ruta, improvisa planes que permiten observar al lector la cartografía de un hombre que a paso lento viaja inhalando la vida, mientras el cuerpo de Eisner reposa y exhala en París.

La corporalidad de Eisner en estado crítico no es retratada, aunque las imágenes que Herzog describe con extrañeza nos sugieren la presencia de ese cuerpo en agonía. Sobre una caja de cigarros que se descompone por el clima deviene la incertidumbre “adquieren algo de cadáveres, los bordes ya no son tan marcados y el celofán se empaña por dentro; es el vapor que se condensa en gotitas de agua por efecto del frío ¿Cómo estará Lotte Eisner? ¿Vive? ¿Avanzo con suficiente rapidez? Creo que no”. Estas reflexiones generan el paisaje de su angustia, eludible mientras permanezca focalizado en el camino, por lo cual continúa su hazaña a pie, tomando ocasionalmente vehículos cuando se manifiesta el cansancio corporal. Una lesión en el talón es el recuerdo de su condición humana, que rechaza insistiendo en el caminar, y así emerge el aura autocomplaciente de quien realiza un sacrificio fundado.

Herzog percibe con distancia su entorno social. En ocasiones quisiera integrarse, en otras, falla su comprensión sobre los dialectos, en algunas oportunidades, asoma un “hilo de voz”, y muchas veces opta por el silencio en un entorno carente de vínculos relacionales significativos. Es ahí donde el diálogo interno se potencia permitiendo acceder a un estado de conexión con el entorno natural y abstraerse de la cognición cotidiana. Los animales por lo general son texturas en el horizonte, Herzog observa las migraciones de las aves y su condición de libertad en la campiña; sin embargo, los encuentros con diversos cuervos que simbólicamente conforman una sola entidad, permiten seguir el pulso de su viaje interior. Primero, el encuentro está cargado por la amenaza de muerte de Eisner, se prohíbe mirar al cuervo, determinado a mantener la concentración en su escritura. Posteriormente, al contemplar por una ventana al animal, logra conciliar el rechazo que le ocasionó en el inicio, reflejándose en su soledad. La mitología alemana considera a los cuervos Hugin y Munin (interpretados como pensamiento y memoria respectivamente) mensajeros de Odín: a través de su llegada permitían al dios nórdico realizar su proceso de reflexión diaria analizando las noticias que estos traían. Esta alegoría permite suponer que el encuentro con la animalidad es la clave para entender a Herzog como un sujeto creador que requiere de los estímulos de la ruta para reflexionar, tal como un santo en penitencia que exige a su cuerpo para obtener la gracia divina.

Más allá del rechazo a la muerte, del gesto revolucionario de viajar a pie, de la pretensión curativa y la necesidad de estar consigo mismo ¿qué motivación acarrea en este viaje? Herzog se encuentra atado al cuerpo de Eisner por un cordón umbilical. La deriva en el mejor de los casos es el retorno al útero, o el descenso por la vía de parto en que Herzog deberá asimilar la muerte de Eisner. El caminar se presenta como una doble oportunidad para asumir que es un santo en penitencia, o un hombre que se niega a perder algo más que una maestra.


Notas

1 Título completo: Del caminar sobre hielo, Munich – París 23/11 al 14/12 de 1974

Olmué, 1982. Magíster en literatura comprada (UAI), diplomada en escritura creativa (PUCV), psicopedagoga y diseñadora gráfica afanada en la ilustración.

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