Foto: @pauloslachevsky

01 de noviembre 2022

Las vidas de dos mujeres cruzadas por la muerte: Una lectura de Camino cerrado de Paula Ilabaca

por Cherie Quidel Núñez

Sobre Camino Cerrado, de Paula Ilabaca. Lom Ediciones, 2022

___

El crimen pasional es una historia de sumisión

A comienzos del presente año se publica Camino cerrado, una novela del género negro escrita por Paula Ilabaca, que nos expone la historia de una detective sumida en un crimen que retuerce su vida personal y profesional. A lo largo de 51 capítulos, la prosa de Ilabaca nos entrega una perspectiva protagonista contada en testimonios hablados. Los cuales, sin una cronología lineal, nos muestran la convivencia entre Amparo Leiva y Pedro Urquiza, dos detectives a cargo del caso ‘la acuchillada del supermercado’, crimen ocurrido un 24 de diciembre del año 2006, tiempo en el cual aún no existían vestigios del actual término femicidio. 

Paula Ilabaca es docente, escritora y editora. Comenzó dentro de la literatura a temprana edad con un diario de vida, desde el cual podemos observar la importancia del registro, el testimonio y la memoria, ejes que se enlazan con el uso de la palabra y la evidencia dentro de su última novela. Su conexión con el mundo policial, desde su familia y amigos, le permite plasmar un ambiente que sumerge al lector en una sala de interrogatorios donde, a través de recuerdos, descubrimos al igual que detectives las pistas de una vida involucrada en dos crímenes fatales (aparentemente). Me acojo de los agradecimientos, cuando comenta la importancia de los problemas de género y el impacto social de la criminalidad, para destacar el protagonismo femenino que representa esta novela en un género frecuentemente masculino, la historia de dos mujeres que se ven encontradas con la muerte nos vislumbra a Leiva y Noelia, las protagonistas de este Camino cerrado.

Así, la presente reseña se centra en ambas personajes desde la conformación de sus identidades en torno a la violencia y la muerte. Tanto la detective como la asesinada, cargan títulos que a lo largo de estas páginas buscamos desunir, con la idea de que estas mujeres conforman realidades chilenas, latinoamericanas y globales. La importancia de esta obra se ampara en la representación de sucesos que, como mujeres, están al alcance de nuestras realidades cuando la violencia en las relaciones románticas se demarca en un crimen pasional, y nuestra actitud profesional limitada por una personalidad seria nos condena a la frialdad.

Noelia, un crimen sin nombre.

Para la misma detective, el llamado caso ‘la acuchillada del supermercado’ muestra indolencia hacia la víctima, su cuerpo brutalmente apuñalado por su amante encapsula el final de una relación violenta en todos sus matices, y la etiqueta del impulso pasional termina por condenar a Noelia a ser una mujer olvidada al igual que muchas otras. En este aspecto, Ilabaca crea un registro minucioso en el que mensajes de texto, testigos, el esposo y el amante terminan por construir la imagen de la víctima, una mujer de familia que, enamorada de un hombre menor, es manipulada hasta acabar muerta en el pasillo del supermercado donde trabajaba. Entre los capítulos 38 y 39 se nos muestran mensajes que datan a partir del mes de mayo y acaban el 24 de diciembre del mismo año, es el único registro propio de Noelia, su insistencia y desesperación por estar con su amante son palpables de la misma forma en la que Joel, su asesino, comienza a cambiar y su molestia se hace presente. 

Lo que son las agresiones sexuales, la manipulación psicológica y las constantes amenazas se despliegan ante nuestros ojos y tomamos el papel de los detectives dentro de la lectura. Desde allí, la autora crea una interesante línea cronológica en la que vamos uniendo los testimonios de los detectives con los personajes involucrados en este caso. El gran misterio no es saber quién es el asesino, sino los motivos ocultos que llevaron a Joel a asesinar a Noelia luego de siete meses de relación. Sabemos, de antemano, que el crimen ‘pasional’ conlleva una historia de sumisión (así lo expresa Leiva en sus interrogatorios) y es el hecho de la brutalidad del crimen lo que relaciona los sentimientos de odio y posesión que se atisban en el cuerpo de la víctima. 

Sin embargo, buscar el motivo de un femicidio no tiene comparación con la búsqueda de un asesino; lo que fundamenta este acto nos lleva sobre las bases de una violencia fundada en la posesión de las parejas y el control de las situaciones. Por ello, lo que hace Ilabaca en esta novela es innovador, ya que se confiere a la evidencia de sucesos que no representan un mayor misterio que el desarrollo de un patrón violento. No es explícito, pero, cada escena que nos va revelando los últimos meses de Noelia nos hace conocerla desde el final que se le dio, como una víctima de la manipulación de un hombre con tendencias violentas desde la comunicación hasta el ejercicio de la sexualidad.

Así, el enigma del caso viene acompañado del uso de la música y la literatura, en los aspectos románticos que movilizan la relación entre la víctima y el asesino. Un discman es encontrado en la escena del crimen junto a un libro de poemas a nombre de Víctor Celis, aquello une el presente con el pasado de la detective Leiva, algo en lo que nos detendremos más adelante. Cabe destacar que el libro tiene una playlist, si bien no encontré información que confirmara que dichas canciones son las que componen el discman creado por el asesino, la mención del cantante Roy Orbison me permite la atribución de pensarlo así, lo cual nos otorga la experiencia vivida por la detective al mismo tiempo que leemos. Las canciones románticas que marcaron los intereses entre Noelia y Joel nos encaminan en el descubrimiento del crimen que Leiva va formulando mientras analiza cada letra como el inicio de la manipulación, y es que el detalle del uso de la música y la poesía como formas de unión interpersonales se relaciona con la intensidad que se le asigna al delito cuando estos mismos objetos yacen al lado del cuerpo de Noelia.

Leiva, la mejor detective

Para que una mujer tenga un título tan relevante dentro de una brigada de investigaciones, necesita tener una personalidad desafiante ante los mismos límites que le impone la sociedad. Amparo Leiva, es una personaje que desde temprana edad vive la muerte y su labor como detective fomenta estas experiencias que la unen con la pérdida. El crimen de Noelia y el crimen ocurrido en sus inicios laborales llamado ‘el calcinado de La Florida’, la condenan a reconocer su identidad en torno al registro como una forma de plasmar la memoria de un muerto. Sin querer adelantar, cuando la detective se encuentra con la escena del crimen en el supermercado, el libro de poemas está firmado por un hombre que debía haber fallecido hace cinco años atrás, la abertura de esta investigación la lleva a rememorar y ser consciente de su apego a lo que es la memoria. 

Dentro de sus testimonios, descubrimos una infancia remecida por la muerte, donde su interés por ser detective se origina por una mujer que la acompañó en esos momentos vulnerables. La pérdida temprana de su amigo y la soledad que parece rodearla, atisban esta dualidad de una mujer fría en su ambiente laboral pero que admite una sensibilidad en su privacidad, una sensibilidad dirigida a muertos que no conoció en vida y que el único registro que posee de ellos es externo a sus propias voces. Por lo cual, cuando el caso ‘el calcinado de La Florida’ da un vuelco que cambia su perspectiva sobre una víctima, se describe a sí misma como vacía ante la incertidumbre de quién es Víctor Celis y qué pasó con Gabriel Barrios. Aquello es aún un misterio. Lo que me interesa señalar es lo importante que es para ella la preservación de la memoria de los muertos, es ese hecho el que se conecta con las faltas que comete al conservar diarios de vida y alterar escenas criminales con el fin de integrarse en el mundo de las víctimas, para saber quiénes eran y descubrir por qué acabaron así.

Como mencioné, para alcanzar a ser reconocida como la mejor detective de investigaciones en la Brigada de Homicidios, Leiva proyecta una imagen dura con el fin de crear una defensa que exclama que no por ser mujer pueden meterse con ella, aquello conlleva a una actitud seria que cae en la frialdad cuando no muestra atisbos estereotipados de lo femenino. Sus emociones son privadas, sus acciones son calculadoras en devoción a su trabajo, no se abarca mucho a su familia o círculos íntimos porque estamos frente a una protagonista que mantiene relaciones sentimentales con recuerdos, ya sean estos materiales o no. Lo que conforma su identidad es una faceta impenetrable que le brinda respeto ante sus pares, pero también cuestionamientos, mientras que su afición por ser detective la inclina a actuar de forma solitaria por su propia curiosidad. De esta manera, al ser mujer es sumamente consciente de las realidades que se le atribuyen a la experiencia femenina, sabe cómo se comporta su entorno ante un femicidio, reconoce a los hombres violentos y se expone a esa violencia con la misma personalidad con la que se expone a su trabajo.

Cruzadas por la muerte

Han pasado quince años desde el contexto que nos presenta la novela, en la actualidad el femicidio sigue siendo un crimen al alza cuando en el presente año se han consumado 29 y frustrado 124. Recién, en el 2010 se reconoció el femicidio y se modificó la ley que solo amparaba la violencia intrafamiliar, algo que me ha llamado la atención puesto que al leer al asesino tratar de inculpar al esposo de la víctima, recalcando que por mantener una relación extramarital sería posible que la muerte de Noelia fuera causada por él, nos vislumbra una realidad que limitó y ha limitado a las mujeres a encontrar justicia. 

El trabajo que hacen los detectives, Leiva y Urquiza, es la representación ideal dentro de estos casos; que ambos se hayan involucrado en una investigación que incluso comprometió sus integridades muestra una dedicación al trabajo. Y aquello, es relevante cuando mezclamos la novela negra con crímenes que cada día aparecen en nuestras noticias, en cada rincón del mundo podemos encontrar estos casos que se fundamentan en una pasión desbocada que termina fatal, empero lo que Ilabaca logra es conectar dos mundos femeninos a través de una violencia compartida.

Tanto Leiva como Noelia nos representan los efectos del femicidio, de forma social y laboral, el escrutinio que sufre la víctima es paralelo a las exigencias de la trabajadora que debe darle una respuesta a un crimen, y de forma burda nos demuestra que la muerte de Noelia es un proceso repetitivo en el ámbito policial e incluso en el periodístico, cuando la misma detective afirma que las víctimas son un negocio y que sin ellas no tendrían trabajo. Pero en sí, estas ‘historias mínimas’ que envuelven a muertos que no importan toman una relevancia en la literatura, al tener personajes tan bien construidos como Leiva, quien integra en su carga personal estos ‘cuerpos’ y los lleva en su día a día con el recordatorio que existieron.

Personalmente, la lectura de Camino cerrado me presentó una perspectiva distinta de lo que yo conocía sobre el género policiaco, esa búsqueda incesante de una respuesta se nos entrega en otro formato, y la narración tan distintiva que involucra el cambio entre testimonios genera una curiosidad más allá de saber quién es el culpable. Tenemos ante nuestros ojos el descubrimiento de personajes femeninos sumamente interesantes, que relacionan la memoria, la identidad y la violencia desde experiencias que se reconocen en la realidad. 

Lamentablemente, todas podemos reconocer a una Noelia con o sin su final fatal, y la lectura de la violencia sexual y psicológica que ella sufre nos hace entender la manipulación que la llevó a confiar perdidamente en su agresor. A su vez, las Leivas surgen en espacios que limitan a las mujeres a ser reservadas y defensivas de lo propio, en este caso el ámbito de las fuerzas policiales está generalmente influenciado por la masculinidad y orilla a las trabajadoras a comprometerse con esta proyección más dura de sí mismas. Finalmente, esta novela demarca ese Camino cerrado en el que muchas víctimas terminaron, aquel camino que se abre en unas cajas guardadas, en el departamento de una detective que no puede olvidar a quienes no importaron y sucumbieron injustamente. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *