Foto: @pauloslachevsky

23 de agosto 2021

Últimos tres años: Tres poemas presentes

por Aldo Bombardiere Castro

CHILE, OCTUBRE 2019

El insulto.
Mirada a los pies alzada.
Las calles abiertas.
Un relámpago
es apariencias
y manifestación:
Epifanía
sin pastores.

De piel rajando los torniquetes,
como el escupitajo condenatorio
que el condenado dispara
frente a quien lo fusila,
una piedra eleva el vuelo

Lo subterráneo emerge.
Emergencia en Santiago.
Sodoma y Gomorra
en ritornello.
Las camisas escolares
concatenan la ira.
La pupila
tras las ventanas
se comen los vidrios.
Homenaje a los ancestros,
Ancestros clavados en tiendas comerciales,
Ancestros que soplaban
el pan y el fuego
en su trémula herencia.

Lo subterráneo emerge.
Todo es superficie.
Malestar, irrupción, revuelta.
Chile se rebela.
La mancha se expande
hasta la alfombra persa
del barrio alto.
Veinte años no son nada.
Pero 30 años sí que lo son
(casi toda mi vida, 
pero yo no importo:
yo, por hoy, no soy).

La gota y el vaso,
dicen por la radio.
Juego rebalsante entre la gota y Dios.
-“Todo lo recibido se recibe a la manera del recipiente”-
Pero es el humo del vaso roto
en la muestra de
la TV.
Imágenes, fetiches de imágenes,
píldoras de temblor y terror.
No hay que calcular quemarse a lo bonzo,
ni medir la muerte desde el mall más alto,
ni cortarse las venas río arriba
o sobre el altar catedralicio
para disfrazar la sed
de sacrificio:
Bebimos nuestra propia sangre:
Sobrevivimos
por 30 o 40 años,
caídos.

Fantasmas de carne y hueso,
sólo carne y un hueso
que se ablanda y enmohece.
Fantasmas que al saludarse
lamían la debilidad de sus manos
o el sudor de sus uñas,
con vergüenza de la vergüenza
ya escindida de sí misma.
Moléculas:
éramos cenizas
más que llamas.

Emerge lo subterráneo.
Secuencia cronometrada:
Unidad Popular
Golpe de Estado
Dictadura
Transición
Democracia,
Todo en orden.
La libertad, las elecciones, el futuro.
Jaguares,
Los inglesitos de Latinoamérica.
Un atajo a la modernidad:
Cadena productiva y productividad.
Utilidad, precisión, pragmatismo.
“Queremos hombres prácticos,
el mercado ya está lleno de teóricos;
necesitamos medir y hacer.”
Input y Output.
“Menos es más.
Simple y efectivo.
Concreto.
Taxativo.
Proactividad y emprendimiento”:
Los patines de la educación
resbalaron sobre el aceite
de los mártires nunca arrodillados.

Lo subterráneo emerge.
Metro de Santiago S. A.
Desde las líneas férreas
escuchamos
el freno agudo
que activan los suicidados
Tras 50 años.
Toda una vida.
Toda la vida
contra el pecho fulmíneo
en un parpadeo
que solo retrasa 
el próximo carro
y la llegada a su reunión
de los consumidores

Iguales 
En oportnuidades
de consumir y devorar
bienes y servicios.
Todos tan iguales:
“¡Rotos de mierda!
Ni personas ni gente.
¡Cuánta promiscuidad!
Que Dios se apiade de ellos.”

Lo subterráneo emerge.
Hablaré por mí
siendo más que yo.
Generación perdida.
Siempre empieza bien:
entrando a cajitas felices
en los McDonalds
o lamiendo sin asco
una lágrima de vino
en caja tetrapack.
Democracia:
las vueltas de la vida
pero sin revueltas.
Y la meritocracia.
We are the champions, my friends.
Vuelta olímpica en los basurales del Olimpo.
Todos fuimos niños más de alguna vez.
Primero vimos un arcoíris
y luego el sol radiante
en cada seno de mamá.
El bizcocho de cumpleaños,
que papá mojaba
en su bolsa de te.
La pelota de fútbol
o la perfecta redondez
de la lógica formal.
Luego Teletones,
tíos y abuelos,
unidos como hermanos.
“Nos abrazamos y perdonamos”,
dijeron la última vez.
Para un Nunca Más
que no hable de política ni religión,
al menos en la mesa
de mi casa
(la pelota es mía).
¡Endenamos la tele!

1998 
Chile posmoderno:
Pinochet en Londres
Mundial de Francia
Chino Ríos.
The Clinic,
Firme junto al pueblo 
desclasado.
Leímos,
dimos media vuelta,
y pusimos candado al hogar
por dentro.
Bostezando de frío,
apagamos la luz.
Ni los terremotos nos remecieron.
Al menos no tanto
como para querer levantarnos
A encender la luz
o a encendernos
o a hacernos arder.
Y continuamos recostados,
y teniendo una fe razonable,
en los palcos del Teatro Municipal.
Continuamos fumando en las discos
el aliento de mujeres
con tatuajes en los muslos.
Pero en el pliegue más oscuro
de las sábanas domingueras,
-ahí donde nada se escucha,
en el lugar que sólo se imagina
como inimaginable,
como cuando
manteniendo los ojos cerrados
intentamos responder
qué ven nuestros ojos-
ahí mismo,
a la hora de cerrar los ojos,
en ese pliegue que esconde otros pliegues,
crecimos:
Era el borde del pecado,
entre el sueño y la vigilia.
Y ya no le temimos a Dios,
ni la os confines del ser humano,
ni a un Universo habitado por el vacío.
Allí sólo buscábamos un respiro
que en realidad era un gemido:
Una ilusión óptica
de la hiperrealidad porno
frente al PC
(al PC, entiéndase bien),
Una exclamación de sobrevivencia
tan masturbatoria
como Dios y su Creación,
pero que nos permitía huir
del dolor de ser nosotros mismos,
de lo que estaban haciendo de nosotros
hacia dentro de nosotros.
Así aprendimos poesía francesa
y política marxista
En Universidad privadas
con rol público.
Lo hicimos, compañerxs.
Lo hicimos
de arriba hacia abajo.
Porque llevábamos un aire europeo
en la clara ceguera del rostro
O creímos que la preposición “De”
(Y mejor: “Von”, “Van” y hasta “Di”)
palpitaba en lo azul de nuestro semen.
Hasta que crecimos de verdad.
Y la cosa se puso dura.
Y a unas décadas de esto,
uno no sabe si está bien
o no estará.
Uno está sin saber
si seguirá
vivo en la miseria
o muerto en la dignidad,
de este Octubre de 2019,
que ha emergido,
como lava volcánica,
desde la misma sal del tiempo.

*
* *

AÑO NUEVO 2020: ¿ACASO NO ESCUCHAN CANTAR A LOS PÁJAROS?

La sed del mantel
extiende sus poros
sobre la mesa.
El lumpen avanza
hacia un sol extinto:
la luz abre paso
al terrorífico contorno de lo nuevo.
Hay pieles que no resisten los abrazos.
Una olla contiene otra olla
y así hasta el infinito
(Muñecas de las URSS hacen pensar en Rusia).
El pueblo es un abrazo
que sólo irrumpe al escapar de su nombre.
Entre circulares laberintos
la carne se cuece
al sabor de la sangre
y las bombas:
las cebollas,
las manos,
los hirsutos vegetales,
una lágrima residual
y el clamor de quísticos tubérculos
se elevan como un grito desnudo,
como un ojo agónico y latiente
mostrando su vítal dignidad
sin párpado que lo oculte.
Sentados a la larga mesa
de este Chile paisajístico,
sentados sobre las rodillas
de compañerxs jamás arrodilladxs,
comemos.

Pero no coman todavía,
Compañerxs.
¡Respiremos!
¿O acaso no escuchan cantar a los pájaros?
¡Más allá!
¡Más allá!
¿Dónde?
¡En el ímpetu de la noche!
¡En el sueño sin palabras!
¡Allá cantan los pájaros!
Tras el mecánico cacareo
con que los relojes buscan
sacrificar y resucitar
su orden originario,
allá cantan los pájaros.
Como una ráfaga de metrallas
que se detiene
en la curvatura del Mapocho
o como un viento que se desvía
a los pies de la cordillera,
los pájaros pajarean
(Eso dicen algunos
o los mismos pájaros 
en su idioma pajaropoético
de silbido abismal).

Serán las 12 en punto
(O ahora ya lo son 
o algún día volverán a ser 
las 12 en punto)
y una estela meteórica
rajará el manto del cielo.
Feliz Año Nuevo.
Divagaremos un segundo
y se alzarán los abrazos en hermosa certeza.
Luego se derramará el vino
y el caos.
y la hélice de todo lo uniforme,
y la ira montada en los uniformes.
Y antes que lo concéntrico
vuelva a decapitar la savia de nuestra piel, 
Compañerxs,
uniré sus pechos a mis brazos.
Aún no amanece,
Compañerxs,
Pero beban este silencioso licor de fondo:
escuchemos cómo florece el aliento de los pájaros.

*
* *

CUARENTENA

El terremoto ha dejado una grieta
en la esquina opuesta del baño.
Paso horas mirando esa grieta
aunque ya ni siquiera me moleste
en acudir al baño.

Los azulejos estallaron contra la baldosa,
los hongos colonizan el borde de la tina
y un murmullo incansable
acumula sus gotas bajo la hinchazón de mis párpados:
el reflejo no permite ver al espejo.

He pensado que ése será el lugar ideal,
-una grieta ensanchándose
en el vértice del tiempo y el espacio-
donde dormiremos la siesta del mediodía
mientras termine de curvarse el negror del horizonte.

Pero –recuérdenlo- el día que despierte
agitado por la ceguera
no olvidaré besar
el agua que ensucia
los charcos de arena.
Será el último bostezo
antes de girar la manilla,
abrir la puerta 
y salir de casa.

Afuera
el territorio ya ha sido recuperado por el mar,
la noche por los confines
y la imaginación por la tierra.

Aldo Bombardiere Castro (Santiago de Chile, 1985). Licenciado en Filosofía de la Universidad Alberto Hurtado y estudiante del Magíster en Filosofía de la misma Universidad. Ha publicado el libro de ensayos sobre obras de arte Donde reina un olor a vestimenta cansada (Carbonada Ediciones, 2016) y el libro de narrativa Relatos menores (Editorial Luna de Sangre, 2017). Es colaborador permanente del magazine Ficción de la Razón. Administra el blog Plaza de la Hibridez (http://payasocontradictorio.blogspot.com).

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